LA SERPIENTE
DEL PARAISO
IVAN DARIO QUINTERO
Zerión
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ISSN 0123—2185
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“La sublimación del ser es un divino ideal para todos aquellos que recorren el sendero de la regeneración y de la espiritualización”
En éstos momentos
críticos para la humanidad en curso, los conocimientos que muestran el sendero
de la espiritualización, dan solución al problema más complejo de la especie
humana: el uso de la energía procreadora, que puede ser generadora,
regeneradora o degeneradora, según la manera como cada quien utilice ese
intrínseco poder de la naturaleza y de la vida.
Quien recorre el sendero
espiritual, marcha directamente por el camino que conduce a la comprensión del
uso correcto de
ese poder que
genera la especie, pero que degenera al hombre cuando abusa de él.
El señor Jesús dijo: “Creced y
multiplicaos”. Es crecer en consciencia,
en sensibilidad, en imaginación y en acción fecunda, aprovechando la energía no
utilizada en el deber conyugal, y multiplicarse en el proceso afectivo y
responsable de la generación.
Todo en la naturaleza tiene
una connotación polar que podríamos llamar sexual. En los minerales se presentan las reacciones químicas gracias a
la polaridad que presentan los iones, siendo unos de polaridad positiva o
cationes y otros de polaridad negativa o aniones.
El ejemplo más característico
se tiene en el caso del agua, H2O, cuyo maridaje la constituyen dos átomos de
hidrógeno y un átomo de oxígeno.
Todos los elementos químicos
para transformarse en los compuestos que constituyen la materia, necesitan de
su capacidad de enlace.
En los vegetales surge la función sexual que facilita el proceso de reproducción, aunque existan casos de reproducción asexual. A medida que la escala biológica progresa, en los animales la evolución se torna cada vez más dependiente de la función sexual.
El ser humano el animal pensante, sensciente y amante, está
íntimamente ligado a la sexualidad.
Incluso desde antes de la concepción se piensa en si el hijo que se va a
engendrar será varón o niña y en la mayoría de los casos, durante la gestación
también se están generando estereotipos en relación con el nonato.
La Serpiente del Paraíso estudia el camino por medio del cual el ser
humano puede regenerar su naturaleza, sublimando la energía no utilizada en el
altar de la generación de la especie.
LA SERPIENTE DEL PARAISO
En el Génesis, a lo largo de
los primeros capítulos, Dios está constantemente emanando, generando o
construyendo diferentes estados de evolución.
Cuando en Gén.1.26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza”,
en la persona de Dios se expresa la
palabra “Hagamos”, lo cual implica que no se
está refiriendo a una entidad independiente, sino a una colectividad.
Con esa palabra, se refiere a
une serie de Jerarquías creadoras o guías de la humanidad, que son las
encargadas del proceso de perpetuación de las especies en todos los reinos de
la naturaleza, pero muy especialmente en el campo humano, y no a aquella
Consciencia Logóica conocida por las religiones como Dios, Lo
Absoluto, la Siempre—Existente—Esencia
o como se dice
en oriente: Aquello, por lo indefinible, porque
aquel poder Único y Eterno del Universo, tiene tal como los presidentes de un
país, sus diferentes ministerios jerarquizados, con el fin de permitir que los
distintos procesos evolutivos, cósmicos y naturales, vayan facilitándose a
través del espacio—tiempo.
A estas Jerarquías y no a un
Dios único e indiferenciado (razón de ser de todo en el Universo), se refiere
el texto bíblico, al decir: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y conforme a
nuestra semejanza”. Esta es la llamada
“Jerarquía Angélica” o Elohim como se
diría en hebreo. Igualmente, ocurre con
la sentencia del Gén.1.27. en donde se lee: “Y creó Dios al hombre a su imagen,
a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los
creó”.
Al decir primeramente “lo
creó; varón y hembra”, en un momento en el que cosmogenésica y
antropogenésicamente sólo había creado al hombre, se podría explicar como lo
hace el esoterismo que el ser llamado Adán era hermafrodita.
Son las palabras escritas
categóricamente en los primeros capítulos del Génesis, que debiéramos realmente
estudiar y meditar para llegar a un
relativo entendimiento de estos preciosos
conocimientos que los antiguos han legado para una humanidad que quiera
verdaderamente espiritualizarse.
Esta jerarquía, mal traducida
como Jehová—Dios, en el texto
bíblico antiguo, está escrita en el original en arameo como Elohim, palabra que
representa a un ser andrógino, es decir, que tiene en sí mismo la doble
polaridad: lo masculino y lo femenino.
Esta jerarquía, Elohim, dio la oportunidad a la Mónada o chispa divina
para producir —al momento de penetrar el espíritu en la materia— el fenómeno de
la generación de las especies.
Al decir “hagamos al hombre a
nuestra imagen y semejanza”, y crear
a Adán, no se refiere a Adán como una persona como entidad separada, sino a una
colectividad, andrógina como espíritu, análoga a los Elohim y también
hermafrodita. Esta era la humanidad
primitiva que hace millones de años comenzaba su devenir evolucionario dentro
de la materia—forma, con el fin de
ir educiendo una relativa consciencia y adaptándose mejor a las diversas
condiciones de vida que se mostraban en este planeta.
Para comprobar el aserto de
este tópico, de que Adán no era una sola persona como hombre diferenciado, sino
la humanidad hermafrodita, encontramos que más adelante en Gén.2.18, se dice:
“Y dijo Jehová Dios: No es
bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él”.
“Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras
éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar”
Gén.2.21. “Y de la costilla que Jehová
Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre” Gén.2.22. Esto se refiere a la polarización de los
sexos que ocurrió hace millones de años en la prehistoria.
La humanidad actual está
evolucionando en la quinta raza raíz, llamada por los esoteristas raza
aria. La anterior raza raíz o cuarta,
fue conocida como raza atlante, de la cual hizo referencia Platón, como extinta
con el continente del mismo nombre, unos nueve mil años antes de su época.
La tercera raza raíz, de la
cual la ciencia oficial algo intuye, pero desconoce, fue la raza lemur. En aquella raza, la humanidad comenzó su
devenir evolutivo, dentro de un cuerpo denso y era categóricamente hermafrodita,
según los anales de la tradición Rosa—Cruz,
investigados en los registros akâshicos o memoria de la naturaleza, por
clarividentes adiestrados.
Esa humanidad naciente tenía
la posibilidad de engendrar por sí misma, pero era una humanidad totalmente
inconsciente, en donde la mente, como posibilidad relativa de actualizar
consciencia, no había comenzado aún su actividad, puesto que el telencéfalo que
nos relaciona conscientemente con el entorno y que tiene que ver con los
lóbulos frontales del cerebro, no estaba aún desarrollado, proceso que se fue
dando a lo largo de millones de años.
La humanidad no tiene algunos
cientos de miles de años de evolución, sino varios millones de años. La ciencia esotérica expresa que
evolucionando en el cuerpo físico tenemos alrededor de 16 millones de
años. Los fósiles de aquellas épocas
fueron destruidos, porque la Tierra al evolucionar fue cambiando su relieve
geográfico, debido a las fuerzas tectónicas o modeladoras del relieve.
Por lo tanto, al desaparecer
los continentes en donde evolucionó primitivamente la humanidad, desaparecieron
también los fósiles y la ciencia actual no puede encontrar remanentes tan
antiguos para conocer la historia de la humanidad.
¿Cómo es que
los esoteristas conocen esta historia?
Existen una serie de trabajos legados por los antiguos y guardados en
algunos Templos de los Himalayas. Allí
existe una genealogía del hombre.
Los esoteristas también
utilizan otro método para investigar el pasado; son sus facultades
clarividentes o ultravidentes, que les permiten ver hacia atrás en la “memoria
de la naturaleza” la historia del tiempo, para desentrañar cada uno de los
procesos históricos, que el hombre fue atravesando hasta lograr el estado que
hoy conocemos.
La tercera raza raíz llamada Lemur,
en sus principios fue bisexual. Es esa
humanidad la que se conoce como Adán. Posteriormente vino la separación de los
sexos y ese simbólico “sacar la costilla”, representa el costado, que es la
palabra original (costado y no costilla) es decir que había que dividir esa
polaridad para que el ser en evolución, el Ego, la Chispa Divina, la Esencia
Espiritual, como ser andrógino que Es, pudiera manifestarse a través de
encarnaciones sucesivas, como varón y como mujer.
Esto dio origen a que algunos
pseudo—ocultistas postularan la
teoría de las “almas gemelas”, diciendo que como allá, en la remota antigüedad,
fuimos separados como hombre y mujer, debemos tener por lo tanto un alma
gemela, aquella que fue separada como polaridad nuestra. Esta teoría de las “almas gemelas” le ha
hecho mucho daño a la humanidad, porque ha dado la disculpa y la facilidad a
algunas personas de fuerte tendencia psicosexual, a estar cambiando
continuamente de pareja, lo cual no ha hecho más que aumentar el dolor y los
problemas sensoriales, emocionales y psíquicos de la humanidad.
Aquel proceso no originó un
“alma gemela”, que si puede llegar a existir cuando dos personas encarnadas en
cuerpos opuestos, masculino y femenino (que son complementarios), se han
armonizado en diferentes encarnaciones hasta tal punto que logran encontrarse
tanto en el mundo físico como en las regiones suprafísicas, al dejar su cuerpo
en aquel proceso mal llamado muerte, que no es muerte sino cambio de estado y
de plano. Es así como van formando el
androginismo espiritual, la armonía que les lleva a convertirse en almas
gemelas.
Pero no es que tengamos
necesariamente un “alma gemela”, porque nos cansaremos de buscarla. Lo que debemos es armonizarnos con nuestra
pareja y si la amamos, que ese amor transcienda la materia densa, para que sea
un amor ideal, un amor espiritual. Es
amar el alma, aunque el cuerpo sea absolutamente indispensable para la
procreación y perpetuación de la especie y también para la complementación
psico—fisiológica y espiritual que debe
haber en ese proceso maravilloso del matrimonio.
Por eso dice en Gén.2.24: “Por
tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán
una sola carne”; pasaje que se refiere exactamente al maridaje espiritual que
debiera existir entre los cónyuges.
En la cuarta raza, ya la
humanidad se había diferenciado en sexos.
Había nacido la alegórica Eva.
Es en este momento evolutivo, cuando inicia la historia en donde la
Biblia habla de “La
Serpiente del Paraíso”.
Se dice que la divinidad “puso
al hombre en el Edén” y en el “hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a
la vista, y bueno para comer; también
el árbol de vida en medio del huerto, y el
árbol de la ciencia del bien y del mal” Gén.2.9, y le dice al hombre: “De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia
del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente
morirás” Gén.2.16.17.
Transcurrió la vida simbólica
de esa pareja. Vivían en plenitud y paz
espiritual; para ellos no existían enfermedades, desasosiego, tristeza,
angustia, dolor ni problemas de ninguna índole. Pero llegó el momento en el cual surgió la Serpiente. La simbólica
serpiente del paraíso, que la encontramos en todas las religiones, en todos los
cultos y en todas las tradiciones culturales del planeta. Y le dice la serpiente a Eva:
-“¿Conque Dios os ha dicho: No
comáis de todo árbol del huerto?” Gén.3.1.
-“Y la mujer respondió a la
serpiente: Del fruto de los árboles del
huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto
dijo Dios: No comeréis de él, ni le
tocaréis, para que no muráis” Gén.3.2,3.
-“Entonces la serpiente dijo a
la mujer: No, moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán
abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” Gén.3.4.
Eva observa el fruto: lo
prueba, ve que es agradable a la vista y al gusto. Se lo ofrece a Adán, quien también toma de ese fruto … En ese
momento se dan cuenta que están desnudos y corren a cubrir su desnudez con
hojas de higuera.
Son símbolos
maravillosos. ¿El hecho de comerse una
fruta, puede hacer que el ser humano se de cuenta de que está desnudo? ¿Por qué una serpiente le da ese
conocimiento maravilloso a unos seres superiores a ella en evolución? ¿Por qué una hoja de higuera? Porque es un símbolo fálico relacionado en
las diferentes culturas con la fuerza procreadora de la especie. Y la serpiente tentadora, astuta, representa
el despertar de esa energía.
El árbol de la
vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal que se encuentran en el centro
del paraíso, están exactamente en el centro de nuestro cuerpo, porque allí se
encuentra el sitio que proporciona la vida y la experiencia.
Si miramos nuestro cuerpo
desde la cabeza hasta los pies, la mitad de esa medida da exactamente en el
centro generador. Allí se encuentra la
vida fisiológica en su aspecto substancial como “árbol
de vida”, y en su aspecto energético o psíquico—espiritual como
“árbol de la ciencia del bien y del mal” (o árbol del conocimiento).
La semilla maravillosa llamada
zoospermo, es exteriorizada para que comulgue con la semilla femenina llamada óvulo. Es el árbol de la vida fisiológicamente
hablando, porque da la vida; se encuentra en el centro del paraíso, en el centro del jardín del Edén y es árbol del
conocimiento como energía.
En el árbol de vida como
substancia subyace un principio energético especial y muy poderoso el cual se
desplaza instantáneamente a nuestros músculos cuando caminamos, corremos o
hacemos ejercicio o se dirige hacia nuestro cerebro para permitirnos coordinar
los pensamientos y todos los fenómenos mentales o va al centro magnético del
corazón para que se verifiquen los procesos maravillosos de la sensibilización,
del amor, de la bondad y del altruismo o llega a los órganos abdominales para
permitir el normal funcionamiento de nuestro aparato digestivo o bien se
focaliza en las glándulas endógenas, permitiendo con la actividad hormonal que
el hombre pueda manifestar toda la magnitud y grandeza de su evolución.
Como dice el texto bíblico, el
árbol de la vida y el árbol del conocimiento, tienen sus raíces en el mismo
sitio. Es el árbol de la vida, cuando
se exterioriza la semilla para permitir que Egos expectantes puedan renacer, y
es el árbol del conocimiento, cuando la fuerza que subyace en la semilla (no
malgastada en las locuras eróticas del instinto y de las pasiones de la raza),
se sublima y se desplaza como energía hacia los centros del cerebro, para
permitirnos pensar y ser conscientes, al corazón para despertar el sentido
espiritual del amor o hacia los centros abdominales para desarrollar la acción
fecunda en el mundo tridimensional.
Ojalá cada vez mayor número de
jóvenes y adultos lograran tener acceso a este maravilloso conocimiento: la
fuente de la vida y de la sabiduría subyacen en la sublimación de la energía
procreadora.
Los Rosacruces consideran esa
energía, como Santa y Divina, porque saben que es parte inherente de Dios, de
las energías Cósmicas, de lo Absoluto, la cual se convierte en Substancia—Vida, para permitir la existencia de microorganismos,
vegetales, animales y humanos, para que la vida prosiga su evolución.
El abuso de esa función
degenera al ser humano y le convierte en un ser irresponsable, inconsciente,
incapaz de manejar sus emociones y de controlar su vida personal.
¿Cómo no correlacionar la
energía progenésica con nuestra vida y nuestra inteligencia? Es la energía que ha sido entregada por los
padres en el momento de la procreación al hijo, la que le dará todas las
posibilidades físicas, emocionales, mentales, sensoriales y conscientivas.
Si la unión fue de naturaleza
espiritual, si hubo amor; si existió verdadero calor divino en sus almas, esos
niños así engendrados serán sanos, bellos, inteligentes y perfectos. Habrán aprovechado el mayor caudal
progenésico que los padres les entregaron en ese momento cumbre de la
procreación.
Pero si la unión fue pasional,
predominando el instinto, cuán distintos serán los hijos así engendrados. Niños enfermos física y moralmente, serán el
resultado del abuso de una función que la humanidad no quiere ver como santa y
divina.
Luego viene el momento de la
adolescencia, cuando surge esa energía con una fuerza inusitada, que se manifiesta
en el magnetismo maravilloso de la joven y del joven que quisiera devorar al
mundo, que se siente el campeón de la fuerza, de la energía y del coraje, para
él no existen problemas ni ambigüedades, siente que todo lo puede realizar.
Y observemos el anciano
decrépito, que ha abusado inconscientemente de esa fuerza a lo largo de su
vida, cómo se encorva, cómo arrastra sus pies, como se ha marchitado totalmente
y ya no tiene el vigor, el carácter y el poder viril para continuar su sendero;
entonces está cansado y decimos que está “chocheando”. Vemos también que ese anciano lloriquea, ya
no tiene el valor ni el carácter de años atrás, cuando fue un joven impetuoso o
un adulto viril.
Esa energía como poder
hormonal entra en actividad en la pubertad y se acrecienta con la
adolescencia. La voz del joven se torna
mas grave, indicando que hay una relación intrínseca entre el centro generador
y el centro del lenguaje. En el anciano,
la voz se quiebra, se va volviendo disfónica y débil por el abuso de esa energía
a lo largo de la vida. En la adolescencia vemos cómo la niña se torna
magnética, agraciada, maravillosa, preciosa, divina y digna de ser admirada por
todo varón que categóricamente se sienta como tal.
La fuente de la divinización
del ser humano está en la admiración mutua de la otra polaridad de la
existencia. El hombre debe admirar la
belleza de la mujer en todos los momentos de la vida; rendirle culto porque es
la manifestación de la divinidad hecha substancia—vida, en la forma femenina.
El varón como centro de acción, de energía, de poder y de virilidad,
debe ser admirado por la dama consciente que quiere conocer realmente los
misterios de la vida y comprender que la evolución tiene como finalidad que el
hombre y la mujer, en un maridaje de armonía espiritual, canalicen Egos
espirituales, grandiosos y divinos a través de la generación.
¿Cuál es el secreto para
engendrar hijos sanos, bellos y perfectos?
La respuesta está en cómo nos acercamos al altar de la procreación y en
cómo el Adán y la Eva simbólicos, se acercan a consumir el fruto del árbol de
vida. Si la unión es espiritual, si hay
mística y amor verdadero, los hijos que se engendren, serán realmente
maravillosos.
Pero si además esa pareja se
ha preparado, si mutuamente se rinden culto místico, si respetan la energía
progenésica y le rinden culto espiritual, los Egos que engendren serán
extraordinarios, de aquellos que muy de tarde en tarde encarnan, como Jesús,
Krishna, Budha, Platón, Pitágoras, Maestros de la ciencia, la música o el arte,
que no renacen a cada momento porque la humanidad ha caído en un plano
psicosexual, instintivo, que le ha alejado del verdadero sentido de la vida
espiritual.
Cuando Adán y Eva se dan
cuenta que están desnudos y cubren su desnudez, oyen que Jehová Dios, ha
llegado al jardín a darse un paseo por entre los árboles de ese campo (cosa muy
simpática, porque entonces estaríamos pensando en Dios como una persona, no
como la Esencia Cósmica que es), como se lee en Gén.3.8: “Y oyeron la voz de
Jehová Dios que se paseaba entre el
huerto y el hombre y la mujer se escondieron...”.
- “Mas Jehová Dios llamó al
hombre, y le dijo: ¿Dónde estás?” Gén.3.9.
- “Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque
estaba desnudo; y me escondí” Gén.3.10.
- “Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol que yo te mandé no
comieses?” Gén.3.11.
- “Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio
del árbol, y yo comí” Gén.3.12.
- “Entonces Jehová Dios dijo a
la mujer: ¿Qué es lo que has
hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí” Gén.3.13.
- “Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida” Gén.3.14.
¿Podría llegar a
aceptar nuestra lógica y nuestra inteligencia que Dios, el Arquitecto del
Universo, la Sabiduría Cósmica se dedicara a maldecir una serpiente y a
obligarla a desplazarse arrastrándose como si su constitución morfológica y
anatómica le permitiera otro modo?
-“Y pondré enemistad entre tú
y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la
cabeza, y tú le herirás en el calcañar” Gén.3.15.
El calcañar es el talón y es
un símbolo tan antiguo como el hombre en relación con el centro
germinal o generador; tiene que ver con el deseo, con la erótica y con el
instinto. Es también el conocimiento
dejado en la mitología griega como el “talón
de Aquiles”.
Dice la tradición que todos
tenemos un “talón de Aquiles”. Es aquel punto de nuestra naturaleza interna
en donde somos mucho más permeables, mas débiles. El talón de Aquiles de la humanidad es la esfera psicosexual; por
eso la serpiente ha de “morder inexorablemente el talón de la mujer”, porque
ella siente con mas intensidad la fuerza instintiva, aunque racionalmente no sea consciente de ello.
La serpiente del paraíso se refiere al instinto psicosexual y no a un
reptil. El instinto es indispensable
para que la raza y las especies no desaparezcan; atrae lo femenino a lo
masculino y al conjugar sus cuerpos y fusionarse sus semillas, la evolución
continúa. El instinto es diferente a la
lujuria; mientras que el instinto es natural, la lujuria es antinatural, porque
no existe en ninguna especie en la escala evolutiva.
La serpiente genesíaca es la
misma que los centroamericanos —antiguos Mayas y Toltecas— llamaban “la serpiente emplumada”, porque es una
energía que se puede elevar, dirigir con nuestra imaginación y con nuestra
sensibilidad, hacia los centros energéticos del cerebro, para permitirnos
educir consciencia, hacia el corazón para despertar sensibilidad, hacia la
laringe para desarrollar elocuencia e inteligencia o hacia el plexo solar y al
umbilical, para despertar la fuerza del deseo que nos lleva a conquistar todo
lo que queramos en nuestra vida.
Los orientales llaman a esa energía Kundalinî, que significa serpentino,
en espiral, enroscado como una serpiente.
Nuevamente el símbolo de la serpiente. Los orientales hablan de ella como
la divina Shâtkti, la energía
femenina activa de los dioses, la esposa de un dios. Los egipcios hablaban de esa misma energía como Isis, una fuerza
eminentemente femenina.
La religión católica habla de esa energía como la Virgen
María y la muestran en muchos
cuadros aplastando con su pie la cabeza de la serpiente, haciendo referencia a
ese poder maravilloso de la vida.
Mientras el árbol de vida se refiere al poder
germinal y fecundante de la naturaleza, radicado en la esfera sexual, el árbol de la ciencia o árbol del
conocimiento, tiene que ver con la posibilidad de adquisición de consciencia,
en relación con el sistema nervioso cerebro—espinal.
Esa energía, cuando es elevada
por el árbol del conocimiento, a través del sistema nervioso cerebro—espinal, se convierte en capacidad para
luchar en este mundo, obteniendo sabiduría, éxito, salud física, emocional y
mental. Es por eso que Jehová
simbólicamente le dice a Moisés: “Hazte
una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido
y mirare a ella, vivirá” Núm.21.8.
“Y Moisés hizo una serpiente
de bronce, y la puso sobre un asta...”Núm.21.8. ¿No existirá alguna correlación del asta con nuestra espina
dorsal? Y si ya sabemos que la serpiente
se relaciona con una fuerza, ¿no será que es una energía que se desplaza a
través del sistema nervioso y médula espinal como en un campo inducido?
¿Qué es levantar la serpiente
de bronce sobre los brazos de la cruz?
Es dirigir la energía del Fuego Creador de la Vida, sobre los brazos de
la cruz (el cuerpo), para que florezca como Rosa de amor, de bondad y de
servicio altruista; como “divino Cristo”, la armonía espiritual en nuestro
corazón, centro de nuestra cruz, para que pueda servir como fuente divina de
espiritualización, de salud y de vida para el ser humano.
Para comprender que realmente
el árbol del conocimiento tiene que ver con la función creadora, no es sino
observar los textos bíblicos en donde dice:
“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín”
Gén.4.1. También, en las palabras de la
Virgen María al Ángel Gabriel : “¿Cómo podré concebir si no conozco varón?” Luc. 1.34. O en el caso de la concepción de María,
cuando dice con respecto de José: “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por
nombre Jesús”. Mat.1.25.
Claramente con la palabra conocer se hace referencia al proceso
generativo. Es un conocimiento
maravilloso que los antiguos legaron, para que una humanidad más consciente
pudiera luchar contra las debilidades que le aquejan, porque esa energía sirve
tanto para la generación, como para la regeneración
física y
espiritual, pero desafortunadamente también para la degeneración.
En la generación,
actúa en todos los seres vivientes, incluso en los microorganismos al
multiplicarse. Algunos lo hacen por
gemación, partiéndose en dos, y así cada parte es una nueva vida. Otros tienen la doble función de fecundar y
ser fecundados, como se puede observar en organismos más avanzadas como los
vegetales y en algunos animales como el caracol, que tiene aparato reproductor
masculino y femenino, que le permite fecundar y al mismo tiempo ser
fecundado. Es un típico
hermafroditismo, que rememora la antiquísima evolución de la humanidad, hace
millones de años.
La naturaleza nos muestra así
la evolución que hemos seguido como Egos en diferentes cuerpos o vehículos a
través de un largo período de evolución.
Eso realmente es la evolución:
ir de lo bueno a lo mejor, de lo mejor a lo óptimo y de lo óptimo a lo
superior. Para lograrlo, la Divinidad
nos entregó el poder maravilloso de la generación, permitiendo así que nos
volviéramos “eternos” como especie.
Genéticamente hablando, somos
inmortales en el cuerpo a través de la generación. Si no fuera por este proceso evolutivo, no podríamos ahora estar
hablando. Cada uno de nosotros es hijo
de un remoto pasado. No sabemos qué
hombre, allá en España, en Alemania, en la India, o en qué país legendario,
alguna vez, a través de su semilla, permitió que se canalizara sucesivamente,
generación tras generación, la posibilidad de que ahora estemos aquí
encarnados. Es el poder maravilloso del
Logos, palabra que utilizan los esoteristas Rosacruces para hacer referencia a
lo Divino.
Siempre y por siempre el poder
de la semilla; en ella está presente la Vida. Cuando depositamos una semilla
vegetal en el vientre materno llamado tierra, surge un árbol esplendoroso que
ha de producir cientos de miles de frutos, nuevamente con semillas para seguir
el proceso evolutivo de mantener la vida en la forma.
¡El poder de la semilla es
algo que no logramos comprender, ni siquiera llegar a entrever en su misterio
profundo! Un espermatozoide y un óvulo
que sólo es posible verlos con un microscopio relativamente potente, tienen en
sí la posibilidad de permitir que Egos perfectos y divinos puedan encarnar,
para hacer algo por la humanidad.
Es el poder maravilloso de la
semilla que se encuentra en todos los reinos de la Naturaleza, porque la
Divinidad se hace ostensible en ella como substancia—vida. La substancia está
en relación con el árbol de la vida, y la Vida como la esencia misma de Dios,
con el árbol del conocimiento.
Por eso Jehová Dios dice: “He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no
alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para
siempre” Gén.3.22. Observemos
atentamente como Jehová Dios se refiere no a Él cómo único Creador, sino como
varios, al decir “ el hombre es como uno de nosotros” y que el buen uso que le demos a la energía
progenésica, tiene la virtud hasta cierto punto, de proporcionar una
longevidad, sana, activa y consciente.
No llegar a los 60, 70 u 80
años, convertidos en ancianos decrépitos, enfermos, inconscientes y
desvariando; todo porque en la juventud y en la edad adulta se le dio rienda
suelta a los instintos. El ideal es
llegar a los 80 o 90 años, en la plenitud de las facultades, como muchos ancianos
que supieron refrenar la pasión y la lujuria.
Hace algunas décadas algunos
investigadores decidieron estudiaron en ratones de laboratorio, la relación
entre las hormonas sexuales y la vejez.
A los ratones viejos,
decrépitos, artríticos y enfermos, les fueron transplantadas algunas células
embrionarias de la zona testicular de ratones jóvenes, observando con sorpresa,
que esos ratones que estaban encorvados, artríticos, envejecidos, en pocas
semanas recobraban su brío, su vigor, su pelo brillante y se regeneraban, se
enderezaban, se curaban de su artritis y se les veía nuevamente como cualquier
ratón joven.
Estudiaron también parejas de
ratones que tenían la oportunidad de aparearse libremente, comparándolas con
ratones de ambos sexos que aunque compartían jaula, estaban separados por una
malla, lo que les permitía estar juntos, pero sin
aparearse. (No es el
caso de las personas que por cualquier motivo se mantienen célibes, pero sin
estar permanentemente en contacto físico y bioelectromagnético).
Con el tiempo, los ratones que
pudieron aparearse libremente enfermaron y envejecieron muy rápidamente,
mientras que los otros que estaban juntos pero no cohabitaban, se mantuvieron
mayor tiempo con muestras de juventud y salud.
Posteriormente hicieron este
experimento en las cabras y carneros. A
los carneros viejos, se les hizo el mismo transplante de células embrionarias,
sacadas directamente del testículo de un carnero joven. Al carnero viejo que ya no podía concebir,
ni moverse, en pocas semanas le volvía toda su energía, todo su vigor y era
capaz de concebir nuevamente. Comprendieron entonces los científicos, que allí
estaba el secreto de la vida.
Estos trabajos llevaron a que
se injertaran células testiculares de monos y de micos, en hombres ya ancianos. El primero que se sometió a ese experimento
fue un ciudadano inglés de 74 años, artrítico, que no podía prácticamente
moverse por el dolor intenso que sentía en su cuerpo; estaba gacho, calvo y
enfermo. Le fueron injertadas células
hormonales de micos. Pasadas unas
semanas recobró su vigor, su juventud, su virilidad, su energía, los dolores
fueron desapareciendo.
Los textos médicos de esa
época, dicen que se regeneró su cabello también. Pero después de algún tiempo viéndose tan sano y fuerte, volvió a
abusar de sus energías y se dedicó con mayor brío al licor, que lo llevó a
fallecer de otro tipo de enfermedad.
Posteriormente estos
experimentos fueron suspendidos por ética médica, pero permitieron comprender
que de alguna manera en la esfera progenésica, está el secreto de la Vida. Por supuesto en la actualidad se están
estudiando otros centros hormonales como la hipófisis, y la producción en el
organismo de los radicales libres en relación con el proceso de envejecimiento,
pero sin llegar a resultados concluyentes.
Los alquimistas y los antiguos
conocedores de estos temas, comprendieron el misterio. Sabían que a mayor prudencia o continencia
sexual, dirigiendo aquella energía (no la substancia) hacia todo el organismo,
podían estimular su funcionamiento, mejorando así la salud y la capacidad para
pensar y comprender.
Cualquiera puede observar cómo
las personas que abusan más del sexo, se envejecen más rápido. Llegan a los 50 años y parece que tuvieran
70. Tenemos el caso de muchas mujeres
que tuvieron en su época 15, 18 ó 20 hijos.
Al tener 20 hijos, por supuesto pasaron muchos años en los cuales al
final de su proceso gestacional y durante los meses que siguieron el parto
(obviamente), no utilizaron el “centro de la generación”.
Hoy en día esas mujeres son
muy sanas. Son ancianas longevas que no
sienten ningún tipo de problema, sólo consultan al médico porque no pueden
dormir o están nerviosas. Pero al
compararlas con muchas mujeres de 60 o 65 años, que no tuvieron hijos, máximo
uno o dos, estas últimas, se encuentran completamente envejecidas, llenas de
achaques, de problemas y enfermedades.
¿Será porque tuvieron la posibilidad de darle mayor satisfacción al
instinto psicosexual?
En la transición de la Lemuria
a la época Atlante, (cuando vino la separación de sexos), una parte de la
humanidad no pudo trascender el instinto psicosexual, especialmente en el campo
de la masturbación. Ese vicio impidió
que parte de aquella energía, se dirigiera al cerebro para formar líneas de
fuerza que permitieran la formación total del mismo. Al no producirse ese proceso, se convirtieron en humanos
rezagados y degenerados, conocidos actualmente como los primates, antropoides,
micos o como se los quiera llamar.
La ciencia materialista que no
conoce estos misterios, dice que el hombre desciende del mono. Pero el
esoterista, sabe que el mono es “un hombre degenerado”. Veníamos a la par en la evolución, pero
ellos se quedaron estancados y nosotros continuamos. Llegará un momento, en un lejano futuro en donde habrá nuevamente
una escisión en el esquema evolutivo cuando la mayoría de los humanos habrán de
trascender el nivel de consciencia humano, para convertirse en superhumanos, (análogos a los ángeles), pero muchos de
nuestros congéneres se quedarán en el estado actual.
No nos parece en este momento
gran cosa esa situación, porque no alcanzamos a comprender la importancia y
trascendencia de la evolución. Pero en
un futuro, los humanos que no logren pasar a ese siguiente eslabón evolutivo,
estarán en la misma situación en la cual actualmente están los antropoides en
relación con nosotros los humanos.
Ese rezagamiento se debe al
mal uso y al abuso de esa energía de la vida.
Es el sendero errado que lastimosamente transita la humanidad, hacia la
degradación y la degeneración; la psicología sabe que todo abuso de esa energía
causa perversiones.
El pensador, el filósofo, el
místico, el espiritualista y quien se dedica a estudiar alta ciencia y a
meditar en los misterios de la vida y del ser pensando en cómo servir a la
humanidad, buscando inventar algo nuevo para darle comodidad a los demás o
buscando exteriorizar sus internas energías para manifestarlas como arte,
ciencia, filosofía o mística, tienen menor deseo sexual.
Las personas que más se
dedican a satisfacer el sexo, son personas que no descollan en el campo
intelectual, no son iluminados, ni sabios, ni genios, ni inspirados artistas,
ni grandes músicos; como tampoco son espiritualistas, ni personas de renombre
para darle a la humanidad, algo importante que le pueda servir para
evolucionar.
El secreto se encuentra en ese
aspecto. Por eso, aquél iniciado que
escribió el pentateuco, dejó en uno de esos textos, según él dictados por Dios:
No fornicarás, haciendo referencia a no abusar de la sagrada función de la
reproducción.
Cuanta diferencia existe en el
semental, en el potro o en el macho de cualquier especie, antes y después de
consumar el acto: viriles al momento de procrear, llenos de energía, de brío,
de poder, y después de consumir el acto
generador con fuerza, con violencia, al finalizar se les ve gachos, temblorosos
y tristes.
El filósofo Ovidio escribió en
latín: “post coitum omnia animalia
tristia” (después del coito todo animal se torna triste) y el ser humano
que es un animal también, aunque racional, también se torna triste.
Por eso el varón que es quien
exterioriza su semilla y su poder, después de una unión erótica e instintiva,
se torna apático, le da la espalda a su compañera y no quisiera saber nada de
ella durante algunas horas o días, hasta tanto no se revitalice y remagnetice,
porque aunque la substancia perdida es un aspecto importante de desgaste, el
aspecto energético, magnético y espiritual que está en relación con el proceso
fisiológico—nervioso llamado
orgasmo, es mucho más desgastante aun tanto en hombres como en mujeres.
La substancia germinal llamada
seminal, es producida por la sangre más pura de nuestro cuerpo y está
constituida por grasa y fósforo, que son también los principales constituyentes
de nuestro sistema nervioso cerebro—espinal. Pensemos entonces, que el cerebro es como un
estanque con una substancia maravillosa, con un tubo, el canal medular central
y abajo una llave, el centro germinal.
Si abrimos esa llave, se perderán todas las esencias que están
contenidas en el estanque superior.
Pero si no se abre esa llave en exceso, no se pierde ni la substancia ni
el principio energético que la impulsa.
Todas nuestras
células necesitan fósforo y grasa. Y si
no fuera por las pequeñas cantidades de grasa que ingerimos con el alimento y
las que nuestro organismo produce, no se podrían fabricar las diferentes
hormonas que son absolutamente básicas y necesarias para mantener la armonía
metabólica de nuestro cuerpo, de nuestras emociones y de nuestra mente. Pero si las estamos perdiendo en locuras
eróticas... ¿Qué sucederá?.
Los Rosacruces no quieren
decir con esto, que debamos olvidarnos completamente del aspecto sexual, que
debiera ser sagrado para nosotros. Lo
que tratan es de que abramos los ojos, porque lo malo no es el uso, sino el
abuso.
Por eso las epístolas del
apóstol Pablo a los Efesios, a los Corintios, etc., son muy iluminadoras a este
respecto, enseñando el uso correcto de esa energía:
“Bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las
fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio
marido. El marido cumpla con la mujer
el deber conyugal, y así mismo la mujer con el marido”. Cor.7.1,2,3.
“No os neguéis el uno al otro, a no ser por un tiempo de mutuo
consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros
en uno...” “Pero si no tienen don de continencia (los solteros), cásense, pues
mejor es casarse que estarse quemando”.
Cor.7.5,9.
Indica que los extremos son malos. Así como la abstinencia física sin pureza y tranquilidad de pensamiento es mala y puede ocasionarnos serios disturbios psíquicos, así también lo es el exceso o abuso. “Es mejor casarse que arder”, significa que debemos ser naturales, buscando el equilibrio, es decir, cumplir con el deber conyugal, pero sin darle rienda suelta al instinto (sólo por una satisfacción efímera), lo cual requiere consciencia de lo que estamos exponiendo, sublimación estética y voluntad.
La palabra sexo, significa la
condición orgánica que distingue al macho de la hembra en una especie. Esta palabra viene del latín sexus, que significa separar, indicando
que hay dos polaridades, lo masculino y lo femenino, que son absolutamente
indispensables para una relación natural.
Y ya que es el sexo lo que une íntimamente a una pareja, vincularse por
instinto, sin amor, los llevará a la desarmonía y a la separación, porque eso
es precisamente lo que significa, separar.
El amor no es sexo; el amor es de naturaleza andrógina porque es
espiritual.
Si los une el amor, habrá
armonía y la pareja se mantendrá feliz durante toda su vida. Pero si lo que los unió fue el sexo,
inexorablemente se habrán de separar; pelearán y se disgustarán. No hay excepciones ni en los casados ni en
los separados, ni en los que tengan o hayan tenido un compañero o compañera
íntimos. A este respecto también
comenta san Pablo en Cor.7.28: “Mas también si te casas, no pecas; y si la
doncella se casa, no peca; pero los tales tendrán aflicción de la
carne, y yo os la quisiera evitar”.
Solamente los grandes seres
que de alguna manera guían la evolución humana (aunque no sepamos de su
existencia ni de su trabajo), han trascendido este difícil escollo de la
evolución.
La palabra amor es mal usada por la humanidad. Esta palabra la tienen como sinónimo
de “hacer el amor”, es decir tener sexo.
Aunque ha sido definida como la fuerza que atrae ambos sexos, realmente
es la mística que dirige el ánimo hacia aquello que realmente tiene como
ideal. El verdadero amor se refiere al
amor divino, al sentido espiritual del Cristo, que es la razón de ser de toda
vida en el Universo.
Si lo que une a la pareja es
el instinto psicosexual, entonces el varón sentirá el hastío; se tornará triste
cada vez que llegue al clímax, habrá perdido su energía al exteriorizarla en
ese impulso efímero llamado orgasmo y por lo tanto sin ser consciente de lo que está pasando, su subconsciente (la
consciencia interna), le dirá: “la culpable es ella”, por lo tanto la gritará,
y la maltratará. Aquella energía que se
ha perdido, ha sido tomada del sistema nervioso, de los centros hormonales, de
las células y de todos los centros de energía, y necesitará acumularse de
nuevo.
Como esta energía que se
pierde es de índole magnética, se recupera admirando a lo femenino. Entonces el varón sale a la calle, mira (muy
pocas veces admira) a las mujeres que pasan, sin importar que esté casado con
la mujer más hermosa del mundo, que en ese momento no le parece bella, no le
agrada. Si en ese instante cualquier
otra mujer, aunque no sea bella, le mira con gracia, se va detrás de ella.
No es el hecho de que sea una
mujer, sino que su endoconsciente le dice: “Esta no ha robado mi energía, mi
magnetismo, mi juventud, mi felicidad, mi virtud, mi consciencia, mi
espiritualidad”. Es un proceso interno
que hace nuestro Ego que es sabio y perfecto, del cual desafortunadamente no
somos conscientes; nuestra mente racional no alcanza a escucharlo, porque la
razón nos ha alejado de nuestro mundo interior.
Todos sentimos
que después de abusar de la energía sexual nos sentimos mal, vacíos y
humillados, pero nuestra mente nos dice “eso es lo más natural del mundo”. Si lo es, cuando se trata de perpetuar la
especie y no lo es, cuando solo se trata de darle rienda suelta al
instinto. La mente racional, la lógica,
no nos permite llegar a comprender que lo que sentimos es lo grande, es lo
divino, es lo Espiritual.
Estas son profundas verdades
que se cumplen en la naturaleza y en el hombre, aunque psicólogos, médicos y
materialistas digan lo contrario.
El Señor Jesús dijo: “Creced y
multiplicaos”. ¿Qué quería enseñar con ello?
Que debemos crecer espiritualmente utilizando las energías del árbol del
conocimiento, y multiplicarnos gracias al poder del árbol de la vida, bajo la
dirección maravillosa del amor entre dos almas que al conjugarse, sienten esa
plenitud espiritual, que les permite engendrar seres de más evolución.
Obsérvese entonces, en las
relaciones conyugales, si el compañero las abandona, si la compañera los deja, ¿qué es lo que pasa? ¿Por qué una pareja que se ha casado
aparentemente llena de amor, a los pocos meses se están peleando, se gritan, se
golpean, se separan?. Porque le han
dado rienda suelta al instinto genitor y han agotado realmente la fuente de la
vida, que es la fuente de la armonía espiritual.
¿Con qué frecuencia debiera
una pareja vincularse íntimamente?
Cuanto menos, mejor. No hay que
pecar por exceso ni por defecto; hay que mantener la armonía. Los esoteristas no dicen que se tenga que
ser célibe. La Divinidad no nos hizo
célibes “no es bueno que el hombre esté solo”, dice el texto Bíblico, pero sí
se debiera ser casto.
Se puede estar casado, se
puede vincular íntimamente con su cónyuge; pero se debe procurar que la
serpiente genesíaca, que nos muestra ese árbol con sus frutos tan agradables a
la vista para ser consumidos, no nos lleven por el sendero del instinto y de la
pasión. Si una pareja se vincula con
mística, con amor, con armonía, se adoran idealmente, su unión será maravillosa
y se adorarán más. Esa es una gran
verdad, una verdad trascendente que debemos comprender y analizar.
Pero, si se le da rienda
suelta al instinto, inexorablemente el varón se irá. Sus compañeras se quejarán y dirán: “sí, ahora que ya consiguió lo que quería, se va; todos son
iguales”. No comprenden que es una ley
natural. El macho fecunda y continúa su
ruta.
Como humanos que somos,
tenemos alma y Ego; cuando la mujer despierte el alma del varón y el varón
despierte el alma de la mujer, se adorarán espiritualmente y se amarán más en
lo ideal y menos en lo material. Esas
parejas serán perfectas, armoniosas y no habrá disgustos entre ellas. Es una profunda verdad y un extraordinario
conocimiento que no tienen los médicos, ni los psicólogos, ni los sacerdotes;
sólo muy pocos conocen el misterio.
Las religiones le han hecho
mucho daño a la humanidad al decirle que el sexo es pecaminoso y horrible. En el pasado, religiosos y sacerdotes
amargados, decían que la mujer tenía pacto con el demonio y que por lo tanto
era la causa de todos los problemas de la raza y del mundo; la falta de
sublimación y de espiritualidad, les llevó a decir estas insulsas y terribles
palabras. La mujer es lo más divino, lo
más espiritual y así es como hay que adorarla.
Clemente de Alejandría, en el
siglo segundo de nuestra era dijo: “¿Por
qué nos hemos de avergonzar de hablar de aquello que Dios no se avergonzó de
crear?”. ¿Por qué hemos de mirar de una manera obscena el cuerpo humano,
tan perfecto y divino que es? Mirémoslo
como Divino en su esencia espiritual; como lo mas santo y perfecto, porque no
hay mayor perfección que el cuerpo humano; Dios lo ha hecho así para que lo
habitemos. Es la santa casa de la
Divinidad manifestándose como una chispa extensiva de su Ser, en nuestro Ego;
estamos inmersos en la divinidad que es el Alma del Mundo, la Vida
Cósmica.
¿Cómo debemos verificar estos
procesos? En lo fisiológico, con
respecto del árbol de la vida, dirigiendo nuestra imaginación, con sensibilidad,
hacia las células intersticiales que fabrican las hormonas sexuales, para
activar conscientemente la mayor producción de las mismas. Los varones hacia la zona testicular, las
damas hacia los ovarios.
Imaginar que se produce mayor
cantidad de substancia hormonal, que es absorbida por el gran conducto
linfático torácico—abdominal
ascendente, el cual desemboca a la vena cava, justo antes de su entrada en la
aurícula derecha del corazón y de allí por intermedio de la sangre, la reparte
hacia todo el cuerpo, regenerando todas nuestras células, tejidos, órganos,
aparatos y sistemas.
En cuanto a la energía que
subyace en la esfera generadora, en relación con el árbol del conocimiento,
debemos dirigirla con la imaginación y la sensibilidad, con todo nuestro sentir,
con la mayor mística posible, hacia la base de la espina dorsal y luego
elevarla con cada inhalación, por el canal medular central de nuestra espina
dorsal, hasta el corazón, para que pueda surgir en nosotros el Cristo que es la
divina armonía espiritual, que nos convierte en poetas, en místicos, en
pintores, en escultores, en seres sensibles de verdad.
Luego dirigir esa energía
hacia nuestro cerebro, para que nuestros pensamientos sean más lúcidos, para
que nuestra consciencia sea mayor, para que nuestra inteligencia sea mejor y
para que nuestra elocuencia, nuestro verbo, sea más fecundo y podamos así
instruir a la humanidad.
Si tenemos enfermedades,
imaginamos cómo la parte substancial es llevada por la sangre hacia el órgano
que está atrofiado, enfermo o en disfunción, regenerándolo después de algunas
semanas o meses. También si la energía
que derivamos de la esfera generadora la dirigimos por el canal medular central
de nuestra espina dorsal, hacia el órgano enfermo, también podremos
regenerarlo, porque los órganos dependen de un molde o arquetipo energético que
es donde circulan las energías que mantienen la cohesión molecular y la salud
de nuestro cuerpo.
Así podríamos devolverle a
nuestro organismo definitivamente la juventud perdida; devolverle a nuestra
inteligencia la capacidad de solucionar los problemas de la vida, de ser
sensibles y más conscientes. Ese es el
proceso de la regeneración espiritual que los Rosacruces quieren que una
humanidad más consciente llegue a realizar.
Estas cosas no son para
creerlas, son para escuchar, analizar, sopesar y vivir. Si observamos que son realidades y que
pueden ser de utilidad para nuestra vida y las aprovechamos, maravilloso. Si observamos que estas leyes no se cumplen
en nosotros ni en la naturaleza, entonces podemos desecharlas y no preocuparnos
más por ellas.
Ese es realmente el proceso y
finalidad maravillosa de la serpiente del paraíso. Esa serpiente no es maldita, es divina. Divina cuando se eleva sobre los brazos de nuestra cruz para la
divinización del ser. Maldita y
negativa cuando permitimos que a través de la lujuria, del instinto loco de
nuestras pasiones, perdamos esa energía de la Vida. Cuando los cónyuges pierden ese poder, se odian y todo aquél que
pierde esa energía se llena de tristeza, de angustia, de odio y de dificultades
de toda índole.
Muchas personas que sufren de
ansiedad, de temor y de irresolución marcada, que se encierran en un rincón a
llorar, es precisamente porque han perdido esa fuerza en demasía a lo largo de
su vida. Están vacíos de ella y
necesitan recuperarla.
Si
imaginamos las células intersticiales, en el centro generador produciendo
hormonas y llenando nuestra sangre y tejidos con ella, aprovechando la energía,
elevándola y no perdiéndola en desvaríos eróticos, en tres semanas solamente,
seremos distintos, pensaremos con claridad, seremos mas activos, viriles los
varones y mas magnéticas, activas, amorosas y sensibles las damas. Esto es una invitación que hace la Escuela
Rosa—Cruz, no para creer sino para
practicar, para llevar a la realización, pero siendo muy prudentes en el uso de
aquella energía, porque los Rosacruces idealmente, quieren que los hombres
comunes lleguen a ser superhombres, seres divinizados.
El
hecho de que públicamente la Escuela Iniciática de los Rosacruces, entregue un
conocimiento tan valioso, tan Cósmico y Divino, como lo es el conocimiento
secreto de la “Serpiente del Paraíso”, conocimiento intuido por algunos,
materializado y vulgarizado por otros, y desconocido por la inmensa mayoría de
la humanidad evolucionante, indica que hay personas que pueden recibirlo.
El instinto genitor, es cual brioso corcel y si el hombre no lo
embrida para dirigirlo en adecuada como noble dirección, él lo golpeará contra
los ladrillos del mundo; pero si sabiamente lo dirige ideal y estéticamente,
será su salvador, llevándole a las más altas cimas, en pos del ideal que cada
cual le trace.
Raghozini
El sendero de
lo espiritual es el sendero de lo natural y todo lo natural es bello, porque es
de origen Divino.
Zerión
Luis
López De Mesa
Mi
querido Libero:
Me
he quedado esperando carta suya, para saber cómo va de estudios y conocer así
en qué le puedo ser útil. Pero como
adivino que usted no escribe por timidez, lo hago yo primero, para poder
conversar sobre su porvenir, pues ya va entrando en la adolescencia y no quiero
que sufra todas las peripecias de esa edad, sin un conocimiento claro de lo que
puede encontrar en ella.
Desde
que entramos en el uso de la razón nos
parece estar lo suficientemente ilustrados en el significado de la vida
y en los alcances de nuestra personalidad, siendo ello muy errado, porque
mientras más días transcurren, más y más inexplicable es la vida y más y más
comprometida está la personalidad.
Sinceramente
le diré que la vida inteligente y discretamente vivida, es de una belleza
imponderable, sólo que nuestra consciencia no se da cuenta de ello las más de
las veces. Habituados a tenerla
diariamente, no nos impresiona ya. Así
como cuando usted camina, ve la luz del día sin darse cuenta de que es bella y
útil. Pero si usted fuera ciego o el
mundo se oscureciera por un momento, entonces sí apreciaría su valor. De la misma manera un infortunio inesperado
nos hace conocer cuán grande era nuestra felicidad anterior.
Toda
felicidad se compone de dos partes: la que viene de fuera y la que constituye
nuestro espíritu. Esta última es la
principal, y puede a veces, como le explicaré, suplir a la otra.
En
último análisis todo el tumulto de cosas que constituyen el mundo, se pueden
reducir a muy pocos capítulos: las que contribuyen al bienestar del cuerpo, y
las que contribuyen a los ideales del espíritu.
Para
su cuerpo, usted necesita higiene y confort.
La higiene comprende sana alimentación, vestido apropiado habitación
limpia y cuerpo limpio. Para su confort
necesita descanso y distracciones agradables.
Así el organismo funciona sanamente, y este funcionamiento sano, es la
fuente del entusiasmo para trabajar y la de la alegría para vivir. Si se siente triste e irritado, es porque
algo va mal, porque la perfecta salud es alegre.
Para
su espíritu necesita ideales, los
ideales son de acuerdo con la vocación de cada cual: si tiene talento superior,
buscará la ciencia o el arte que más lo seduzca. Si es un talento práctico buscará un trabajo apropiado a su
conveniencia y fortuna.
Usted
no encontrará en el mundo sino cuatro grandes ideales: VERDAD, BELLEZA, BIEN y
AMOR. De ellos participamos todos más o
menos, pero cada uno prefiere el suyo: el sabio la Verdad, el artista la
Belleza, el apóstol el Bien, etc. Y son
tan grandes y hermosos estos ideales, que mil vidas no agotarían uno solo de
ellos. Tan grandes que una sola idea
genial, una obra de arte, una acción heroica, dentro de las mil posibles,
constituyen la gloria de un hombre y a veces la grandeza de toda una raza.
El
hombre normal, el perfecto tipo perfecto ante la sociedad y la consciencia, es
el que poseyendo aquella salud física equilibrada, sirve a estos ideales a la
medida de sus fuerzas. El hombre
perfecto no es un genio, sino un ser equilibrado. Para ser equilibrado es preciso atender a todo serenamente; desde
la limpieza de los zapatos, hasta la precisión y grandeza de las ideas. La serenidad es el atributo más bello quizá
de los hombres. Un hombre sereno, es como un Dios.
La
felicidad es más que todo una actitud del espíritu. El espíritu debe estar siempre listo para disfrutarla: si usted
pasa por un prado sin una preparación espiritual, pasa como dormido y no es
feliz. Pero si usted mira atentamente,
verá que la florecita que estuvo a punto de hollar, es bella; suave de aroma y
de color y de tacto. Verá que el césped
verde tiene un color que agrada a la vista.
Verá que el arrollo es puro y sano.
Que el árbol es como un amigo.
Que las aves alegran con su vida.
Que el firmamento es azul y lleno de apacible misterio. Usted puede
gozar con toda esa belleza, si su espíritu está preparado. El arte no hace más que interpretar esa vida
que todos tenemos a la vista y ensalzarlo.
Todos podemos ser artistas contemplativos, aunque no todos seamos
artistas evocadores.
La
Verdad nos viene a través de los sentidos.
La consciencia la percibe en las asociaciones mentales; y es también una
fuente de felicidad. Todo conocimiento
nuevo es una alegría. Usted lo sabe
ya. Y así como en la Belleza, unos son
contemplativos, la reciben para gozar de ella, y otros son evocadores, la
crean, la desentrañan, de las asociaciones que hace su inteligencia. Es ilimitada en cualquier dirección que
usted la investigue, se dilata gradualmente hasta lo infinito. Pero uno debe buscar la parte que le sea
útil a sí y a sus semejantes, según la propia vocación. Se llama justamente hombre práctico el que
saca algún beneficio de sus conocimientos.
El Bien,
la capacidad de hacerlo y la voluntad de hacerlo. Dos cosas bien distintas, es uno de los distintivos del
hombre. Es fuente también de felicidad,
porque no hay alegría más sana en el mundo que la de haber hecho bien o
siquiera un bien. El egoísta no lo es
así. Y por eso es antipático. El altruismo, la generosidad, se desarrolla
en la pubertad, es un don de la fuerza y la habilidad. Los niños, los débiles y los animales son
egoístas, el hombre capaz no, porque siente orgullo de ayudar a otros. El que todo lo quiere para sí, es como un
avaro mendigo. El que hace feliz a los
demás es heroico. Es como si
distribuyera vida propia y se siente feliz de su capacidad. El que hace bien es un creador.
¡Al
amor ideal! No hay que tenerle miedo.
Es el tesoro de la humanidad.
Comprende desde la amistad, el afecto de la familia y la simpatía
genérica, hasta el verdaderamente llamado amor de esposa. Es tan puro y diginificador, como cualquier
otro de los ideales anteriores. Y
observe usted como se ordena: la Verdad
y la Belleza entran al espíritu. El
Bien sale como una fuente de energía y de satisfacción. El Amor es la compensación del bien. No hay que tenerle miedo. Debe hablar de él
con estimación, pero francamente. Debe
amar a las mujeres para que ellas lo amen a su vez, pero debe amarlas de tal
manera que ellas se sientan orgullosas de ser amadas por usted. Para que lo quieran, debe ser altivo sin
altanería. Es decir, desenvuelto,
sereno. Las mujeres detestan los dos
extremos: a los pusilánimes y a los hombres infatuados. No le tenga miedo a nada, ni sea tímido
delante de nadie. El miedo es atributo
de los hombres indefensos cuya falta de capacidad hace cobardes. No tiene objeto, porque el hombre ante el
hombre, es un igual, y ante la naturaleza es un dominador. Sea franco en el hablar. Diga siempre lo que piense porque si está en
un error, sale de él, si está en verdad es apreciado. Nunca mienta, porque la mentira es canallesca. Si cometió un crimen, diga que lo cometió.
Si lo matan por eso, merecido lo tiene.
Nunca mienta porque eso es de cobardes y verá usted como a un hombre
desenvuelto en sus maneras, generoso en sus acciones y veraz en sus palabras lo
quieren todos y sobre todo las mujeres.
¿Cuándo
debe principiar a amar? No se preocupe,
lo más tarde posible es lo mejor.
Cuando el organismo se ha desarrollado perfectamente, él mismo busca el
amor y es mejor no calentarse la cabeza tan pronto, porque lo hará divagar y
perder el tiempo.
Otra
cosa: ¿Es posible ser casto? ¡Sí! Sobre todo no pensando mucho en ello. Manteniendo despreocupada la
imaginación. Es lo mejor. Pero si no lo es, tampoco se asuste. Pida consejos. Infórmese. Yo le enseño
todo lo que quiera saber, lo trataré de hombre a hombre. Porque quiero ayudarlo en su sendero, para
que sea todo un hombre. No contraiga
esos vicios ocultos; que todos sus actos los pueda contar sin pena. Pero si los contrae tampoco se aturda. Nunca deje decaer su valor moral.
No hay que pensar que uno es peor que los demás. Lo que hay que pensar es en ser mejor, hasta
llegar a serlo.
Ahí
tiene la vida a grandes rasgos. Tiene
las condiciones físicas para ser sano y feliz y los ideales espirituales para
ser grande, generoso y digno.
Pero no solo necesita eso, sino carácter, que no es sino un exponente de la voluntad. Debe ser gallardo; esa es la palabra: gallardo, igual con los grandes y protector con los débiles. Gallardo y Sereno. Es lo más hermoso que puede usted ser en la vida. Si las pasiones y las emociones lo atacan, desvíelas: haga algún trabajo, un paseo, cambie de pensamiento, que ya va ser hombre.
¡Y
goce! Charle, juegue, ría, que eso es
sano y hermoso. Generosidad y Serenidad
son los supremos atributos del hombre.
Con ellos vencerá.
Afectisimo, LUIS LOPEZ DE MESA.
Toda función natural es pura,
siempre que sea realizada con estética; la pureza es un estado interior de
consciencia y no un acto fisiológico.
Raghozini
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ROSA CRUZ NOVELA. A. Krumm Heller.
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y en ese germen o semilla se encuentran en latencia los poderes necesarios para
el desarrollo, evolución y perfección de esa forma ideal, donde alienta la
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