Franz Hartmann
1. Amad a Dios sobre todas las
cosas.
“Amar
a Dios” quiere decir amar a la sabiduría y a la verdad. Nosotros no podemos amar a Dios más que
obedeciendo a su ley. Para ejecutar
conscientemente esta obediencia, debemos conocer la ley, cuyo conocimiento sólo
se adquiere por medio de la práctica.
2. Dedicad vuestra vida entera al progreso espiritual.
Así como el sol envía, desde lejos, sus rayos a la tierra para
iluminar tanto a los puros como a los impuros e inundar de luz hasta los más
míseros objetos, el espíritu del hombre puede enviar su rayo mental a la
materia para adquirir el conocimiento de todas las cosas terrestres, sin
necesidad de que pierda su consciencia divina o sea absorbido por el objeto de
su percepción.
3. Sed
completamente desinteresados.
El conocimiento espiritual
comienza en donde cesan todo sentimiento egoísta, y la ilusión de creerse
separado de los demás hombres. En este
momento es cuando comienza el hombre a comprender su verdadera naturaleza, es
decir, su poder divino, universal y autoconsciente que todo lo abarca.
4. Sed pacientes, modestos, enérgicos y silenciosos.
La
puerta del templo interior se llama “contentamiento”; pero por ella no puede
entrar otro animal que el que camina erguido, consciente de su dignidad de ser
humano. Sin energía no se realiza
nada. Las armonías divinas penetran en
el oído interno cuando todos los pensamientos y deseos se hallan en reposo, es
decir, en completo silencio.
5. Aprended a conocer el
origen de los Metales contenidos en
vosotros.
La
causa del sufrimiento es la ignorancia.
Para que resucite lo espiritual, debe crucificarse lo material.
6. Guardaos de los impostores y de los charlatanes.
El
que pretende poseer conocimientos, no sabe nada; sólo es sabio aquel por cuya
boca habla la Palabra de Sabiduría.
7. Vivid en adoración constante del supremo bien.
Los
gusanos buscan sus delicias en la abominación y el fango; pero las águilas
libres despliegan sus alas y se elevan hacia el sol.
8. Aprended la teoría antes de dedicaros a la práctica.
Quien
viaja conducido por un guía experimentado, va más seguro que el que se niega a
beneficiarse de las experiencias ajenas.
9. Sed caritativos con todos los seres.
Todos
los seres son uno en espíritu, y no están separados entre sí más que por la
ilusión de la forma. El que es
caritativo con otra forma en que se manifiesta la Vida Una Universal, libra a
su propio yo del sufrimiento.
10. Estudiad los antiguos libros de sabiduría.
Los libros son para el
espíritu no maduro, como la leche para el niño. Antes de que hayamos adquirido las fuerzas necesarias para
descender a la fuente de aguas vivas de nuestro propio ser y beber el agua de
la verdad, es preciso que recibamos el alimento de manos ajenas.
11. Esforzaos en comprender su oculto significado.
Lo exterior es visible a los ojos externos; pero lo espiritual sólo se puede ver con los ojos del espíritu.
He aquí las once reglas que deben seguir quienes aspiren a entrar
en el templo de la Rosa-Cruz; pero los Rosacruces poseen la regla doce, Arcanum, en el que residen grandes
poderes, del que no es lícito hablar aquí.
Este Arcano se comunica a los que lo merecen. Con su ayuda pueden los hombres encontrar la luz en las tinieblas
y una mano que les guíe con seguridad en el laberinto.
Este Arcano no puede traducirse a ningún idioma mortal y, por lo
tanto, sólo se puede transmitir de corazón
a corazón.