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LAS LEYES DE LA VIDA

IVAN DARIO QUINTERO

Zerión

Copyright:

ISSN 0123—2185

Reservados todos los derechos

 

INTRODUCCION

 

Tanto en el Universo como en la Naturaleza y en el hombre, existen leyes inflexibles y eternas que rigen y dirigen la evolución, haciendo posible un lento pero progresivo perfeccionamiento en todo cuanto existe.

La evolución como Ley natural, se cumple tanto en el más pequeño de los microorganismos, como en el más ingente de los Sistemas de Mundos, pues todo está en cambio permanente.  Por eso, evolución es ir de lo bueno a lo mejor, de lo mejor a lo óptimo y de lo óptimo a lo superior, siempre en perfeccionamiento progresivo.

Evolucionamos, gracias a las experiencias que adquirimos a lo largo de la vida obteniendo justamente lo que nos merecemos, porque existe la inflexible ley de Causa y efecto; y reincorporamos una y otra vez en este mundo tridimensional, presionados por la necesidad de adquirir experiencias.

Se habla de la lucha entre el bien y el mal, pero el mal no es más que error, el mal en sí no existe; el bien es andar por el sendero de lo correcto, por el sendero de la Senso-Consciencia.  Realmente la lucha es entre la inconsciencia, la irresponsabilidad y el egotismo, antes de llegar a la Senso-Consciencia y al altruismo que es bondad, belleza y bien. 

La persona que sufre es porque ha sido y es egotista, mientras que la persona que no sufre es porque ha aprendido a ser altruista.

EVOLUCION

El ser humano como parte de la Naturaleza, está íntimamente ligado a la Ley de Evolución que señala un progreso permanente y efectivo de todo cuanto existe en el Universo.

Al observar la Naturaleza vemos que en los minerales se encuentra de una manera subjetiva la inteligencia Universal, permitiendo que ellos se amalgamen para hacer posible la existencia de la materia.

La materia que observamos en su complejidad y densidad para nuestros sentidos, no es más que la asociación o maridaje de los elementos químicos de Naturaleza polar contraria que al vincularse permiten que surja todo cuanto existe.  Pero la materia no la podemos desligar completamente de la energía, porque energía y materia son los dos polos de la Causa Eterna del Universo permitiendo su existencia.

Quienes leen la Biblia  no en su sentido esotérico sino dogmático, dicen que en el Génesis se hace referencia a la creación del hombre y no a la evolución del mismo.  La Biblia es un libro escrito simbólicamente y así como todos los textos esotéricos hay que leerla “entre líneas”.  Los siete días (simbólicos) de la creación, son inmensos períodos de tiempo en relación con la evolución de nuestro Sistema Solar.

Según las enseñanzas esotéricas, de esos siete días de la creación, estamos promediando la mitad del cuarto día.  Pero cada día tiene su noche; es un amanecer y un anochecer del Cosmos, que a través de miles de millones de años genera un Sistema Solar y todo lo que evoluciona en él, volviendo a reasimilarse toda aquella ­experiencia para que el Logos, Dios o el Gran Arquitecto del Universo como dirían los masones pueda crecer más en su infinita Consciencia aprovechando toda la experiencia de la evolución.

Pero así como sucede en nuestro Sistema Solar en esos ciclos de evolución, sucede en todos los Sistemas, Constelaciones, Galaxias y en el Universo, en el gran ciclo que es conocido en su inicio como el Big bang o gran explosión, para la adquisición de Consciencia del Absoluto, Eterno e Incognoscible Hacedor del Kosmos.

Si analizamos el camino de la evolución desde el mineral, pasando por el vegetal, luego el animal, hasta llegar al hombre, observamos que siempre un reino tiene que soportarse en el anterior, en un camino de perfeccionamiento progresivo.

El reino mineral con sus múltiples actividades químicas a través de enlaces iónicos, hace posible que los vegetales como alquimistas vivientes, transformen los elementos químicos en elementos coloidales que han de servir de base y nutrición al animal y al hombre.  Por eso el vegetal es un eslabón que sirve para vincular el reino mineral con los reinos animal y humano.

El reino vegetal es inmensamente importante porque nos proporciona el oxígeno y la nutrición; además al reflejar el color verde, hace que nuestra salud física y emocional pueda mantenerse en armonía.  Si no fuera por el color verde de los vegetales, no podríamos —en el estado actual de nuestra evolución— mantener la alegría, ni la cohesión molecular de nuestro organismo y muy rápidamente habríamos de fallecer.

Pero alguien dirá:  ¿Y aquellos que viven en los desiertos?  Ellos también se alimentan de vegetales; puede que la Naturaleza vegetal no los esté rodeando en un momento determinado, pero los están consumiendo.  Y otros dirán:  ¿Y los que consumen únicamente carne?  Están consumiendo un alimento animal, pero los animales a su vez se han alimentado de vegetales.

En los animales comienza el proceso del movimiento independiente, de la emoción, del instinto y de la actividad permanente; es como si la vida que se encontraba relativamente estática en el vegetal, pudiera despertar en un momento determinado, emocionarse, desear y tener instintos, como objetivación del proceso evolutivo.

No pensemos que la materia tal como la conocemos hoy en día constituyendo a los minerales, vegetales, animales y al hombre, se originó al azar y que de la materia así formada, despertó la vida y comenzó a evolucionar.

La vida es preexistente.  Ella es quien anima las formas para que éstas evolucionen; mientras que los cuerpos son moldes o arquetipos cósmicos hechos por la Inteligencia Universal.

Los arquetipos que van modelando la materia, son los Espíritus Virginales, Mónadas o chispas divinas, que han tenido la capacidad de ir atraer de la Naturaleza los elementos necesarios para su desarrollo y evolución.

Primero fue la vida y después la forma.  La forma no es preexistente a la vida como lo afirma la ciencia; la materia per se no es la responsable de que hoy tengamos un cuerpo denso.  Es la Vida interior, la Vida del Espíritu que gracias al proceso evolutivo, ha ido atrayendo elementos que han podido organizarse y coordinarse lentamente, modelando la materia hasta lograr la forma que conocemos en la actualidad.

Los Rosacruces, evolucionistas por excelencia, saben que la evolución jamás detiene. Observando objetivamente al parecer puede haber estancamiento, pero ese ser que para nuestra razón parece estar estancado, está aprendiendo alguna lección quizás subjetivamente a través del dolor, del sufrimiento, etc., y de esa manera evolucionar.

En algunas enseñanzas de índole orientalista debido a una inadecuada comprensión de estos temas, se  dice equivocadamente que el ser humano puede regresar a la evolución animal, vegetal o mineral si no se porta bien o si no es discípulo de algún maestro.  Eso sería retrogradación, lo que no es posible para el Espíritu que siendo de Naturaleza divina y habiendo alcanzado el nivel de consciencia que actualmente tiene como humano, no puede ir atrás porque la evolución es perfeccionamiento progresivo.

Al ser humano que parece rezagarse, la Ley Cósmica de Evolución le ha de ayudar a trascender las limitaciones que tiene, acelerando así su progreso.

La evolución es un cambio permanente que no podemos negar, porque lo estamos viendo a cada momento.  El ser humano cada día aprende cosas nuevas, lo que demuestra que está evolucionando porque está adquiriendo experiencia. Cada día aprendemos más, debido a la resistencia que nos ofrece el mundo al proporcionarnos las lecciones que necesitamos para crecer en el campo de la consciencia.

Los niños están creciendo, es decir, están evolucionando en el desarrollo corporal.  La humanidad como conjunto está progresando en el campo de la civilización, adquiriendo permanentemente nuevos conocimientos a través de las investigaciones científicas.  Justamente todo ese crecimiento, todo ese cambio que vamos teniendo, es evolución.

La evolución es una ley absolutamente natural; por eso observamos al hombre luchando quizás desesperadamente, por la búsqueda del conocimiento.  En ese deseo de conocer, estamos constantemente preguntando a los demás, ¿qué hay de nuevo?.  Permanentemente estamos inquiriendo de los otros qué saben, qué conocen, qué pueden decirnos; es el deseo que tiene el alma de conocerlo todo y realmente ese es el deber que tenemos como humanos.

Pero no es creyendo, porque la creencia impide que nuestra consciencia pueda avanzar y perfeccionarse.  Tenemos que llegar al conocimiento a través de la experimentación, de la observación, de la atención, de la percepción y de la interiorización, porque de esta manera, podemos tomar contacto con energías muy sutiles, que desconocemos y que suelen darnos con frecuencia, luminosas ideas que nos ayudan a mejorar nuestra existencia.

CAUSALIDAD

La materia tan despreciable para muchos, es en los actuales momentos de nuestro desarrollo lo más importante, porque gracias a la resistencia que nos ofrece, pueden nuestros sentidos adquirir la información que nos permite evolucionar.

Algunas escuelas filosóficas orientales enseñan que la materia no tiene importancia; que lo único importante es el aspecto sutil de la existencia, llegando incluso a olvidarse de la trascendencia de nuestro cuerpo como instrumento divino para la adquisición de experiencia.  Esta es la razón de por qué se observan en el Oriente personas que se someten a ayuno riguroso y mortifican el cuerpo como lo hacen muchos faquires.

Así mismo, en la tradición religiosa occidental, los monjes y monjas se inflingían castigos, pensando que esto era grato a los ojos de Dios y que de este modo se elevarían a los mundos del Espíritu.

No alcanzamos a imaginar la trascendencia de nuestro cuerpo; es por eso que muchos suelen abandonarlo a su destino, abusando de él, maltratándolo y descuidándolo.  Abusamos de él al excedernos en la alimentación, en el trabajo o con los placeres carnales y a través del licor, las drogas, el cigarrillo, etc.

El cuerpo es el templo de la Divinidad, como bien lo expresara san Pablo: “¿No sabéis que sois templos de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”.  El cuerpo es el hogar en donde la chispa divina, el Espíritu, tiene su residencia y su centro de acción.

El Espíritu es nuestro centro de consciencia, lo que nos permite emocionarnos, pensar, discernir, amar, sentir, etc.  El es de origen Cósmico; es una parte de la Vida Universal o Alma del Mundo evolucionante, que nos permite obtener las experiencias que la evolución nos ofrece.

Debemos cuidar el cuerpo templo del Espíritu, y dependiendo de cómo lo hayamos cuidado en la juventud y estado adulto, sabremos cómo será la salud que tendremos en los últimos años de nuestra encarnación.

Si hemos de vivir en el cuerpo durante 70, 80, 90 años, ¿por qué no cuidarlo desde un principio para que cuando lleguemos a ser personas maduras y ancianas, podamos tener una mejor salud y sufrir menos dentro de ese cuerpo que muchas veces suele ser una cárcel para el Espíritu?

Debiéramos meditar en la importancia incalculable que nos ofrece el cuerpo para que el Espíritu pueda evolucionar, creciendo en consciencia y en amor.

Como somos parte de la Divinidad, del Espíritu Universal y nuestra esencia es divina, tenemos latentes todas las facultades o cualidades de Dios. Esas cualidades pueden irse desarrollando y eso es lo que enseña la escuela iniciática Rosacruz. 

En el ser humano se encuentra la maestría en el arte, la arquitectura, la escultura, la genialidad en la ciencia y la investigación, el virtuosismo en la música, etc.  Pero esas grandes capacidades que se encuentran latentes, no han entrado en actividad debido a la incapacidad que hemos tenido para desarrollarlas, porque nadie nos ha hablado de ellas y porque quizás no hemos meditado en el asunto.

Al ser humano se le enseña muy poco cómo mejorar su vida.  Piensa que únicamente los que tienen derecho a la felicidad, a la salud, a la prosperidad, al éxito material y espiritual, al desarrollo de la consciencia, a ser sabios, a ser inteligentes, son unos pocos, a los cuales la Divinidad caprichosamente los puso en situaciones favorables, dotándolos de un cuerpo bello, sano y perfecto, con una inteligencia superior, y proporcionándoles un medio ambiente económico privilegiado para que pudieran satisfacer sus necesidades y deseos.

No es que haya una Divinidad injusta que a unos les de salud, belleza y felicidad y a otros los tenga miserables, enfermos, tristes e inconscientes, porque siendo nosotros los artífices de nuestro destino, tenemos lo que nos merecemos, y si alguien dice que existe la predestinación o la fatalidad, es un inconsciente, porque definitivamente no es así.

Decía el Sr. Jesús: “¿qué hacéis con decir Señor, Señor, si en cambio no hacéis lo que yo os digo?”  El vino a enseñar cómo lograr obtener lo que queramos.  Cuando él decía: “pedid y se os dará, tocad y se os abrirá”, se refería a que debemos pedir conocimiento, bondad y sabiduría.

No nos debemos volver unos pedigüeños pensando que Dios nos va a dar todo lo que le pidamos, simulando fe.  Si eso fuera así, nadie sufriría ningún tipo de privaciones y la gente no se la pasaría pidiendo: 

—“Mi Dios, dame plata”, pero mi Dios por supuesto no le da plata.  Pero si trabaja y ahorra la consigue.

—“Ay, mi Dios, dame salud”.  Cuide el organismo y conseguirá salud. 

Los milagros no son más que el movimiento de las energías internas a través de la imaginación y de la voluntad entrenadas.  Nunca debemos pedir, sino imaginar.  El que pide sigue pidiendo y se queda pidiendo; el que imagina mueve energías y obtiene lo que quiere.

Cuando alguien decide ir a tal parte “porque allá hacen milagros”, esa persona por el sólo hecho de esforzarse en ir allá y tener la convicción, la confianza de que se va a obtener el resultado apetecido, mueve sus propias energías internas y puede llegar a obtener el resultado deseado. Es la fuerza interna de cada quien la que le ha sanado, como decía el Señor Jesús, al expresar que “la fe mueve montañas”.

Fe es la confianza que debemos tener en nuestro interno ser, que es quien logra los milagros, y no personas externas, porque nuestro ser interno tiene la misma esencia de Dios.

No es pedir, es luchar por obtener lo que necesitamos e imaginar que lo vamos a lograr.  Pero pedir ...   Cualquiera puede observar que a las iglesias van miles de personas que no fallan todos los días o cada semana, pidiendo milagros.  Y pasan veinte, treinta o más años, hasta que fallecen y el milagro jamás les llegó; pero si se hubieran esforzado por lograrlo, seguramente lo habrían obtenido.

Lo que pasa es que somos inconscientes, fanáticos, creyentes y con la consciencia totalmente endurecida por los dogmas, pensando que Dios va a hacer lo que le decimos, bien sea porque se le pide o porque se le ora para que eso ocurra ofreciendo a cambio una promesa.

Escuchamos decir: “Que Dios lo acompañe, que Dios se lo pague, que Dios lo bendiga”, creyendo que si no se expresan esas palabras, a la persona le va a ir mal porque no han invocado a Dios para que haga lo que ellos desean.

¿Podemos imaginar a un dios pendiente de estas súplicas, que si no le dicen lo que debe hacer, no lo hace, como si fuera un chiquillo irresponsable?

Es la inconsciencia que solemos tener, pensando que Dios —la Consciencia Cósmica— es un ser que oye sólo a las personas de determinadas religiones, grupos, sectas, etc.  Si Dios es la Omnisciencia del Universo,  ¿cómo podemos pensar que El no sabe nuestras necesidades, urgencias y deseos más íntimos?  El lo sabe, pero no puede inmiscuirse en nuestras cosas porque nos dio el libre albedrío para que a través este, actuando bien, mal o regular, dependiendo de nuestros actos, seamos los artífices de nuestro destino y obtengamos lo que nos merecemos.

El no interviene en nuestros asuntos; si así lo hiciera, sería el ser más injusto, premiando a algunos porque pertenecen a una u otra religión o porque le piden en grupos de oración, y castigando a los salvajes, los aborígenes, a los que pertenecen a otras religiones o a los que no quieren creer en El, teniendo que sufrir, sin poder tener las cosas que necesitan porque no han sabido de Dios, porque no creen en El o porque no se lo han pedido.  Son los dogmas con los que se ha  venido manipulando la conciencia de la humanidad.

El Sr. Jesús enseñó la Ley de Causalidad al decir: “con la vara que midiéreis seréis medido”; “no hagas a otro lo que no quieras que hagan contigo”.  Platón habló de esta Ley diciendo, “haz a otro lo quieras para ti”. 

Buda refiriéndose a la Ley de Causa y Efecto (karma), dijo:  “el efecto sigue a la causa como la sombra sigue al cuerpo”; “el efecto sigue a la causa como la rueda del coche sigue al caballo que la tira”.

En Egipto, Hermes Trimegisto habló de esta Ley diciendo: “con la fuerza que el péndulo se dirige hacia la derecha, con esa misma fuerza se regresa hacia la izquierda”.  Es la ley de acción y reacción como diría la ciencia.  ¡Claro!, con la misma fuerza con la que yo presiono un resorte, con esa misma fuerza el resorte ha de saltar nuevamente.  Es decir, lo que yo hago, lo voy a recibir inexorablemente.

Si me esfuerzo por estudiar para un examen, lo que puedo esperar, es sacar buena nota.  Si me esfuerzo en tratar con cariño a los demás, lo mínimo que puede suceder es que los demás me traten con deferencia, con altura, con ese calor ideal que yo trato de entregar.  Si me esfuerzo día tras día por aprender algo nuevo, lo más lógico es que poco a poco vaya adquiriendo conocimiento y que ese conocimiento vaya convirtiéndose en sabiduría.

La palabra karma tan mal entendida, creyendo que es todo lo malo que nos pasa, es una palabra sánscrita que significa acción; por eso toda actividad es karma.  Si yo me esfuerzo en ir hacia algún sitio, el karma es que yo llegue allá.

—“Que me están dando palo, ¿eso es karma?”  Posiblemente lo sea, pero es la secuencia de actos realizados en ésta o en otras encarnaciones.

—“Que me gané una platica, ¿eso es karma?”

—Si, karma positivo, que suelen llamar de una manera inadecuada dharma, mientras que todo lo malo lo quieren llamar karma.  Es una mala interpretación de términos sánscritos.  Por eso es mejor hablar de karma positivo y de karma negativo.

¿Cómo saber si estamos generando karma negativo?  Nuestra propia consciencia nos lo dirá:  Si miento, si robo, si abuso de mi organismo, si hago actos innobles, estaré generando karma negativo; pero si cumplo con mis deberes, con mi familia, con mis hijos, cuidando de mi cuerpo y procurando mejorar en todos los campos, estoy generando karma positivo.

¿Y cómo nos damos cuenta si estamos cancelando karma?  Permanentemente lo estamos cancelando; lo sabemos, porque se manifiesta en lo negativo, como enfermedades y problemas de toda clase, y en lo positivo, como alegría, salud y progreso.

Por eso cada uno es arquitecto de su propio destino; todo lo que tenemos nos lo hemos merecido, para aprender las lecciones que la vida nos ofrece y así perfeccionarnos. 

Karma no es que llegue una persona y mate a otra; es que esa persona abusando de su libre albedrío, en un estado de emocionalidad, de barbarie y de inconsciencia, le quitó la posibilidad de la vida física a otro.  Ese no era el karma de la víctima.  ¿Que se ganó un karma negativo el agresor?  Sí, ¿y ese karma cómo lo va a cancelar?  Analicemos la situación:  Si por ejemplo el agredido tenía treinta años al momento de fallecer, con un futuro promisorio, exitoso, con esposa, madre, padre, hijos, deja una cantidad de gente sufriendo.  La persona que cometió ese improperio (el agresor), en una futura encarnación, cuando esté en condiciones análogas a las que tenía la víctima, fallecerá violentamente por ley kármica inexorable, en lo que aparentemente será un accidente.

No es que otro le vaya a matar.  Por ejemplo a la persona de pronto le da por subirse a un columpio, se cae y se desnuca o tiene un accidente automovilístico, justamente a los treinta años, estando felizmente casado, con hijos, con una madre y un padre que lo adoran y con un futuro promisorio.  Los accidentes no existen.  El azar y la casualidad no existen; lo que sí existe es la Causalidad.

En estos momentos cuando se habla tanto de astrología, se están enseñando cosas muy valiosas, pero les está faltando un fundamento muy importante, que es enseñarle a la humanidad que existen leyes cósmicas invariables: las Leyes de Evolución, Causalidad (Karma como dicen los orientales) y Renacimiento o Reencarnación, así como la sub-ley llamada Epigénesis.

Debido a la falta de información adecuada, las personas aficionadas a la astrología, piensan que porque su horóscopo muestra la tendencia a ser un inconsciente, un irresponsable y un vago, entonces su vida tiene que ser así porque eso le han marcado las estrellas.

Esto se debe a que los llamados astrólogos de esta ciencia maravillosa —por lo espiritual— no le han enseñado al mundo, que existen caminos para trascender esas tendencias que se traen al nacer, porque las estrellas inclinan pero no obligan. 

La predestinación  no existe.  Sin embargo hay una serie de sucesos que deben de presentarse en determinados momentos de nuestra encarnación, pero son solamente los hechos principales que son ineludibles, dependiendo de cuáles son las cuentas que hemos generado en el pasado.

Hay determinadas deudas kármicas que solamente se pueden pagar en el momento preciso y no antes; por ejemplo, si en otras encarnaciones yo le he hecho daño a determinada persona, y esa persona todavía no ha nacido, sino que va a nacer dentro de quince años y va a ser adulta veinte años después, entonces, solamente en esa época podré cancelar la deuda.

Las deudas grandes, graves, que se llaman karma maduro, no se pueden adelantar ni aplazar. Por ejemplo, si una persona tiene que fallecer violentamente a tal edad, eso tiene que ser en el momento y en el sitio exactos, eso no se puede acelerar ni se puede retardar.  En cambio, hay una cantidad de deudas menores que las puedo cancelar en cualquier momento de mi vida cósmica, bien sea en ésta o en otra encarnación, a través del servicio desinteresado, de la bondad, del amor, de la armonía.

Podemos trascenderlas con inteligencia, con conocimiento, con estética, con una vida espiritual.  Si nos ayudamos inteligentemente, nuestra vida tiene que cambiar; no tenemos por qué seguir sufriendo, ni por qué ser unos fracasados, así como tampoco tenemos por qué ser unos inconscientes, irresponsables e ignorantes.

Hay personas que creen que no pueden dejar el aguardiente, la emocionalidad y los vicios, diciendo simplemente, —“es que yo soy así”.  ¡No!  Tenemos el poder de la voluntad que es omnipotencia en el hombre y debemos cultivarlo como atributo del Espíritu.  Inicialmente debemos realizar actos sencillos, para canalizar nuestra fuerza volitiva, hasta que esos pequeños actos se conviertan en grandes actos y nuestra fuerza de voluntad sea superior.

Muchos se quejan de todo lo que sufren, diciendo:  “por qué sufro tanto, por qué, si yo jamás le he hecho daño a nadie,  si lo único que he hecho es servirle a la gente”.  Es la Ley cósmica del Karma que se manifiesta.  Ahora quizás sea una persona buena, pero trae de otras vidas una carga tan pesada, que le está generando toda esa cantidad de sufrimiento y debido a ese dolor, la persona se ha ablandado y ya no es mala; quiere ser buena.

Muchos se preguntarán:

 —¿Para qué nos hizo Dios y nos mandó a este valle de lágrimas? 

Para finalmente ser otra vez perfectos.  Esa es la finalidad de la eterna Ley, de la única Ley: el perfeccionamiento sucesivo y eterno.

¿Y para qué queremos perfeccionarnos?  Para ayudar y guiar a los que vienen atrás de nosotros, para que el creador, el Logos —del cual dependemos— continúe también su derrotero evolutivo y llegado el momento, convertirnos también en creadores, en Logos, que emanen de sí chispas divinas evolucionantes.

El Logos, (palabra griega que se refiere al Creador), emanó parte de su vida, las Mónadas, como chispas de la gran llama o como gotas del océano de la Vida Cósmica.   Como tenemos la misma esencia del Creador, la chispa puede llegar a ser una llama como el fuego original, y así como una gota del mar tiene los mismos elementos químicos del océano.  Así es nuestro Espíritu, nuestro interno ser; es perfecto, tiene todos los poderes de la Divinidad, pero los vehículos o cuerpos que utiliza para manifestar esos poderes son todavía muy deficientes.

Nuestro Espíritu está perfeccionando los vehículos que le sirven para adquirir mayores capacidades a través de la evolución, hasta llegar a convertirse en Creador, como el Logos del cual fue emanado.

Aquellos que han logrado perfeccionar sus vehículos, han mostrado grados superiores de evolución, aunque no la perfección total.

El Sr. Jesús había llegado a refinar tanto su vitalidad (su cuerpo vital), que él podía con su energía sanar instantáneamente a quien se lo pidiera, incluso sin siquiera pedírselo, como la mujer enferma que se le acercó mientras decía: “con que yo solamente toque la punta de su manto, quedaré curada”.  Era tanta la fe (palabra del latín fides que significa confianza, porque fe no es creencia) que tenía al pensar que con sólo tocar la punta del manto del Sr. Jesús se iba a curar, que al acercarse a él logró formar un canal de energía por el cual salió la fuerza tremenda de su vida crística, quedando sanada instantáneamente.  El Maestro en ese momento dice: “¿quién ha tocado mi vestido?”  Si lo estaba empujando una multitud, cómo iba a decir, “¿quién tocó mi vestido ?”  Se refería era a quién había tenido tanta confianza en que podía sanarle con el sólo hecho de desearlo tan fervientemente que al acercarse a su aura canalizó su energía de esa manera.

REENCARNACION

La Mónada, la chispa divina, es la esencia misma de Dios en nosotros que no está activa aún; se encuentra latente; ella pende sobre la cabeza de cada uno de nosotros, pero todavía no hemos tomado contacto con ella.  El día que por evolución lleguemos a tal grado de perfeccionamiento como llegó el Sr. Jesús y tomemos contacto con ella, podremos exclamar también: “Yo y mi Padre somos uno”. “Mi Padre”, es la Mónada.  El no se refería a una inteligencia extracósmica, sino a su Mónada, por eso él decía, “mi Padre y vuestro Padre”, “tu Padre y mi Padre”.

Para poder explicar la Ley de Evolución, tenemos que analizar otra ley, que se llama la Ley de Reencarnación o Ley del Renacimiento.  La palabra adecuada es reincorporación, porque no es únicamente carne lo que nuestro Espíritu toma al momento de renacer.  El Espíritu se envuelve en una serie de vehículos o niveles de energía y de consciencia, los cuales en su actividad, hacen del ser humano lo que es.  Esos vehículos o cuerpos son:

Consciencia o Espíritu divino.

Sensibilidad o vehículo Crístico.

Imaginación creadora o mente abstracta.

Mente concreta o vehículo de la razón.

Cuerpo de deseo o vehículo de las emociones.

Cuerpo vital.

Cuerpo denso.

La ciencia médica habla de la dualidad mente cuerpo; pero somos mucho más que eso. Tenemos un cuerpo denso, interpenetrado por el cuerpo vital, que es el responsable de nuestra salud.  El cuerpo o vehículo vital, forma parte de la vitalidad Universal que recibimos del sol directamente cuando estamos bajo sus rayos, e indirectamente a través de los alimentos, del agua y de la respiración, porque la atmósfera luego de saturarse de la vitalidad solar, la entrega a todo ser viviente e incluso a la materia aunque en menor proporción.

Además de tener un cuerpo físico y vitalidad, tenemos también emociones, que tienen que ver con nuestro cuerpo emocional, un cuerpo totalmente independiente en relación con el cuerpo físico, la mente o el Espíritu.  Cuando la emoción domina a una persona en un momento determinado, la impulsa con la fuerza del deseo, hacia la satisfacción del hambre o del instinto o bien, a llenarse de ira y pelearse con otros.  Son simplemente fuerzas, energías tremendas que actúan en nosotros y que al no conocerlas, no las sabemos manejar adecuadamente.

Otro cuerpo o vehículo que tenemos es la mente. Ella nos permite aprender, pensar y discernir, pero la mente puede ser dirigida y la dirección que le demos, depende del conocimiento aplicado.  Quien tenga el conocimiento de las leyes que rigen la vida y la evolución, podrá utilizar su mente, como un aparato a través del cual su Espíritu, desarrolla pensamientos superiores y dirige mejor su vida.

Además de la mente o cuerpo mental, el Espíritu se manifiesta a través de imágenes, (mediante el cuerpo imaginal o mente abstracta), de los sentimientos (a través del vehículo Crístico) y mediante actos de consciencia (gracias a la acción del Ego o vehículo de la consciencia).

Las imágenes resultado de la mente abstracta, son poderosas herramientas que nos permiten ver en nuestro interno ser aquello que aún no hemos visto físicamente.  Es el poder de la imagen.  Todo el que aprenda a utilizar adecuadamente ésta cualidad, puede convertirse en un mago, porque el que imagina, puede sanar a los demás, obtener beneficios económicos y tener éxito material en cualquiera de sus actividades.

Para comprender mejor lo que es la imaginación, analicemos al artista, al arquitecto, al ingeniero, al inventor; estas personas utilizan la imaginación formando un cuadro interior en el cual observan aquello que quieren plasmar, que quieren realizar, que quieren obtener.  A través de ese cuadro interior, canalizando esa energía, logran mostrarle al mundo la pintura, la escultura, la arquitectura, los inventos (que son un nuevo descubrimiento), etc.

¿Por qué aparentemente sólo algunos tienen esas capacidades?  Porque no nos hemos entrenado, porque nadie nos han enseñado a imaginar, sólo nos han enseñado a pensar.  La manera de diferenciar lo que es la mente, de la imaginación, es que quien imagina, ve, mientras que quien piensa compara.  El que imagina es inteligente, en cambio, el que piensa solamente es un intelectual y como intelectual puede ser muy brillante, pero esa brillantez del intelecto, rápidamente es opacada ante aquél que realmente sabe imaginar.

La sensibilidad es otro vehículo o cuerpo que nuestro Espíritu utiliza para relacionarse con los demás; todo lo que afecta nuestro sentir tiene la posibilidad —como experiencia— de convertirse en consciencia.

Las cosas que más nos duelen, física o moralmente, son aquellas que no olvidamos.  No se olvida el dolor que produjo un accidente o una lesión física, porque se laceró de alguna manera la sensibilidad, aunque solamente fuera en la parte fisiológica, pero la consciencia, aprendió de ese dolor que afectó la sensibilidad.

Cuando es un dolor moral, cuando se ha lacerado nuestro sensorium, nuestra interna sensibilidad, bien sea por un desaire, por un maltrato en el campo anímico, intelectual o emocional, tampoco lo olvidamos y nuestro Ego aprende.

En cambio, todo lo que fugazmente llega a nuestra mente, es evanescente, se va; prueba de ello, es que esa gran cantidad de información que aprendimos en el colegio y en la Universidad, no se encuentra hoy en día en nuestra mente racional.  Nuestro ser interno, nuestro Ego —el centro de consciencia— no olvida jamás, guarda esa información aunque sea en la esfera subconsciente o mejor diríamos endoconsciente, porque es una consciencia interna.

La mente es evanescente; en ella los conocimientos que no utilizamos frecuentemente se olvidan, debido a que sirve solamente para utilizar la lógica y para comparar las cosas que vamos aprendiendo con otras ya conocidas; mientras que el que imagina y siente, jamás olvida, porque se está elevando a las regiones del Espíritu, en donde la consciencia tiene su morada.

Cuando aprendemos algo imaginando primero, es decir, visualizando lo que queremos saber y a través de la sensibilidad llegamos a intuir todos los mecanismos relacionados con aquello, lo así aprendido permanece.  Este mecanismo psicoanímico proporciona sabiduría, porque saber, es sentir la vida interior, dirigiendo la vida interna a través de la imaginación y de la sensibilidad.

Los sabios, es decir, los seres que han sentido su vida interior y se han dedicado a amar y servir al mundo, han sido muy pocos.  Entre los que han descollado en la historia, están: Jesús, Platón, Buda, Hermes, Pitágoras, Rama, Krishna, que fueron prohombres de la humanidad, porque se elevaron por encima de la mente y de la emoción, viviendo en el mundo de la imaginación y de la sensibilidad, en divina comunión con la consciencia.

La consciencia es la razón de ser del conocimiento; es conocer las cosas per sé en un momento determinado.

Mientras la Consciencia Absoluta se refiere al Hacedor de todo el Universo, a Lo Absoluto, a la Consciencia total, la consciencia relativa es la consciencia de la evolución del ser humano como tal en su momentum de evolución.

Para nosotros la consciencia total o absoluta es imposible de obtener, más no así, la consciencia relativa.

Vivimos en el mundo de la emoción y de la mente; prueba de ello es que nos enojamos por cualquier bagatela y estamos pensando siempre en tonterías, no imaginamos cosas superiores, ni nos esforzamos por superarnos en algún campo del humano existir.  Es por eso que nuestra vida es trivial, intrascendente.

Aquellos que desde niños muestran la grandeza, la trascendencia de un ser que se ha esforzado por trabajar en un sendero especial, decimos que son genios; niños que desde muy corta edad conocen alta matemática, alta física, alta química, que son directores de orquesta, ejecutando prácticamente cualquier instrumento musical con la mayor maestría, sin que nadie les haya enseñado todas las cosas que saben.

En países desarrollados, niños, de 5 y 6 años, son profesores a nivel de P.H.D., es decir, de doctorado en las Universidades.  A esos niños ¿quién les enseñó tantas cosas?  ¿Capricho de Dios que hizo que ellos trajeran tal capacidad y conocimiento y los demás fuéramos unos ignorantes?  No.  Son las eternas Leyes de Evolución y de Causalidad, expresándose a través del Renacimiento o Reencarnación.  El renacimiento es lo único que puede explicar el por qué de las diferencias humanas, el por qué cada ser tiene exactamente lo que se merece.

El divino rabí de Galilea, fue un Adepto que vino a entregarle al mundo el conocimiento Rosacruz.  El no había logrado el perfeccionamiento total, por eso dijo: “cosas que yo hago haréis vosotros y cosas más grandes haréis”.  Es decir, prometió como sabio que era, que nosotros habremos de alcanzar su talla espiritual y mucho más.  El no podía mentirle a la humanidad y tampoco podía dejar que la humanidad estuviera en errores, porque era un instructor.

Cuando le preguntó a sus discípulos, ¿quién creéis que soy yo?  Una pregunta aparentemente obvia, respondieron: “creemos que eres Elías o Juan el Bautista o algún otro profeta que ha regresado”.

Si Elías había fallecido largo tiempo atrás, ¿cómo iba a regresar si no fuera a través de la reencarnación?.  Si eso no fuera posible, él lo habría aclarado.  Al aceptarlo implicaba que ellos podían estar en lo cierto con respecto de la reencarnación.

El Sr. Jesús, enseñando la doctrina de la reencarnación dijo a sus discípulos: “Elías vino, pero hicieron con él lo que quisieron y le cortaron la cabeza”, y dice el texto bíblico que sus discípulos entendieron que estaba hablando de Juan el Bautista.  De manera que él estaba enseñando la Ley de la Reencarnación.

Cuando se acercaron a un ciego de nacimiento y le preguntaron a Jesús, “¿quien pecó, éste o sus padres”?  El respondió:  “ni este ni sus padres, más para que la gloria de Dios se manifieste en él”.  No era el cuerpo que tenía el ciego en ese momento; era el Ego de ese ser que a través de su nacimiento como un ciego, permitía que la Ley divina de Causa y Efecto pudiera manifestarse en él.

Esa es la Ley maravillosa de la Evolución manifestándose a través de la reencarnación y de la Ley de Causa y Efecto.  Ya conocemos entonces el por qué de las diferencias humanas y el por qué del sufrimiento.  Si día tras día nuestras imágenes son negativas, morbosas, pesimistas y vivimos llenos de ira, odio, celos, pasiones, incertidumbre, eso será lo que cosechemos.  Desafortunadamente es en ese aspecto en el que se desenvuelve el común de la humanidad; no podemos decir que todos, porque cada ser es un mundo.  Pero, si vivimos en el mundo de la emoción y de la mente racional, si estamos constantemente peleando con nosotros mismos y con los demás, lo único que podemos cosechar es tristeza y dolor.

Aquellos de rostro luminoso, radiante, que siempre están alegres, felices, es porque ese es su mundo interior.  Cada cual muestra únicamente lo que lleva dentro.  Por eso hay un dicho popular que dice: “la procesión va por dentro”.  Lo que debemos llevar internamente debe ser espiritualidad y alegría, sin importar los problemas que tengamos; ya sabemos que los problemas son el resultado de nuestro errado modo de pensar, de vivir, de actuar, de hablar, de sentir.

Si me entusiasmo por mejorar mi salud y para ello madrugo todos los días a hacer ejercicio, estoy utilizando mi fuerza emocional de una manera constructiva para lograrlo.

Si utilizo la fuerza de la emoción y del deseo, emocionándome y apasionándome intensamente por el estudio de la matemática por ejemplo o de la filosofía o de cualquier rama del saber, estaré utilizando adecuadamente mis energías y obviamente eso me impulsará con una fuerza tremenda a estudiar, a comprender, a conocer, a saber.

Pero si únicamente me estoy emocionando y llenando de pasiones por satisfacer el instinto, la lujuria, por insultar a todos los que se atraviesan en mi camino, por estar deprimido, por estar aburrido, ¿qué puedo esperar?  Exactamente el mismo estado interior.  Esa la razón de que muchas personas vivan deprimidas y aburridas, sin encontrarle sentido a la existencia.

Hay quienes sufren disloque de su psique.  Cuando se habla de disloque en psicología, se hace referencia a la locura.  Esos disloques son rupturas entre nuestros diferentes vehículos y pueden ocurrir entre los cuerpos físico y vital, produciéndose la idiotez, bien sea congénita o adquirida.  La idiotez se puede adquirir por accidente, por la masturbación exagerada o por el abuso de las drogas psicoactivas.

Cuando el disloque sucede entre los cuerpos vital y emocional, ocurre la locura no furiosa, mientras que la locura furiosa, violenta, ocurre por disloque entre los cuerpos emocional y mental.

Las enfermedades mentales no existen; los disloques que ocurren se deben a nuestras imágenes, emociones y pensamientos negativos. El Ego no se enloquece; él es perfecto, pero los vehículos que le sirven de expresión apenas están en evolución y distan mucho de ser herramientas completamente útiles para el Espíritu.

Hay personas que todos los días dicen:

—“Estoy aburrido, no le encuentran la razón a la vida”.

—¡Qué valle de lágrimas tan tremendo!

Estas personas están generando un destino funesto; el día de mañana en esta o en futuras encarnaciones, se les verá llorar y llorar permanentemente, y habrá un desequilibrio en su ser psíquico y moral.  Entonces tendremos todas las psicopatologías que la medicina y la psiquiatría tratan de curar inútilmente. La persona está aprendiendo una lección; está cosechando lo que sembró y hasta tanto esa persona no se esfuerce por cultivar voluntaria y conscientemente la alegría, por buscarle una razón a la vida sembrando un ideal, no podrá salir de ese estado negativo en el cual se encuentra.

Todas las alteraciones del ser anímico dependen de la forma errónea en que vivimos.  Si esa es la razón de la dicha o de la tristeza, ¿por qué no cambiamos?  Que nuestros pensamientos sean veraces, alegres y optimistas; que nuestras imágenes estén llenas de belleza, de salud, de progreso y de perfeccionamiento; que nuestras emociones sean puras, sanas, que nos emocionemos por lograr un ideal y no tengamos emociones negativas, personalistas, destructoras de la armonía interior.

Evolución, Causalidad y Renacimiento, son la razón de ser de todas las actividades del diario vivir.

EPIGÉNESIS

 Esta palabra viene de epi, sobre y génesis, generar, construir.  Eso significa que podemos construir un mundo superior, teniendo como base el que tenemos.  Si quiero construir una casa, primero coloco los cimientos y luego la edifico; si quiero por ejemplo entender la matemática, tengo que comenzar con textos elementales de aritmética y hacer los ejercicios, hasta que los comprenda, para luego profundizar más.

Si no sé absolutamente nada de pulsar un instrumento musical y quiero ser músico, debo coger el instrumento musical, tratar de buscar quien me explique los mecanismos de ejecución del mismo y esforzarme día tras día por ejecutarlo.  Si me esfuerzo intensamente, es inexorable que llegaré a tocar el instrumento con más o menos destreza y si sigo esforzándome, más y más, lo mínimo que puedo esperar es que en alguna futura encarnación llegue a ser un virtuoso en ese campo.

La Epigénesis nos permite llegar a obtener lo que queramos en cualquier campo del humano existir, si nos esforzamos diligentemente en ese camino.  Pero para lograrlo tenemos primero que obtener el conocimiento, investigando, meditando, aprendiendo y trabajando internamente.

Por eso, debemos estudiar y analizar la vida; no creer, sino meditar y a través de la meditación, obtener sabiduría.

Newton logró el conocimiento de la física; posteriormente reencarnando como Einstein, logró convertirse en el más avanzado de los cerebros pensantes del planeta en el campo de la matemática y de la física.  El había encontrado el conocimiento en la escuela de los Rosacruces, asi como Mozart, Haydn, Beethoven y Wagner, abrevaron también su conocimiento en el campo esotérico.

Estas son las enseñanzas que han practicado centenares de personas, quizás miles, a lo largo de la historia de la humanidad.  Si estas personas que han derivado el conocimiento de los esoteristas de todos los tiempos han llegado a inmensas alturas en el campo moral, científico, artístico, filosófico y espiritual, ¿por qué no podemos hacerlo nosotros, si son las mismas enseñanzas que ellos siguieron?

Lo que determine nuestra conducta, no deben ser los dogmas que cristalizan nuestra consciencia, ni la creencia pasiva de lo que nos digan los demás.  Depende únicamente de nosotros el objetivar los hechos, analizarlos adecuadamente, verificarlos en nuestras vidas, buscar el pro y el contra de las cosas, para llegar a conclusiones adecuadas y seguir el derrotero que nos hemos marcado.

 


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LIBROS QUE LE GUÍAN EN EL CAMINO

CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS Max Heindel.

RECOLECCIONES DE UN MISTICO Max Heindel.

ENSEÑANZAS DE UN INICIADO  Max Heindel.

MISTERIOS DE LAS GRANDES OPERAS Max Heindel.

EL VELO DEL DESTINO                  Max Heindel.

TEMAS ROSACRUCES (tomos 1 y 2) Max Heindel.

FILOSOFIA ROSACRUZ EN PREGUNTAS

Y RESPUESTAS                                   Max Heindel.

LA DOCTRINA SECRETA            H. P. Blavatsky.

ISIS SIN VELO.                                H. P. Blavatsky.

LOGO-SOPHIA.                                 Israel Rojas R.

EL SENTIDO IDEAL DE LA VIDA. Israel Rojas R.

EL SECRETO DE LA SALUD Y LA

CLAVE DE LA JUVENTUD.            Israel Rojas R.

CÚRESE COMIENDO Y BEBIENDO Israel Rojas R.

VIVA SANO                                        Israel Rojas R.

EL ENIGMA DEL HOMBRE.           Israel Rojas R.

EL ESPIRITU DE LOS POR NACER. Dos laborantes.

LA SABIDURÍA ANTIGUA               Annie Besant.

EL HOMBRE            C.W. Leadbeater y A. Besant.

EN ARMONÍA CON EL INFINITO     R.W. Trine.

 

No es la felicidad ni el sufrimiento la razón de ser de nuestro existir, sino la adquisición de consciencia; porque nuestro destino y evolución está íntimamente ligado a las experiencias de la vida y a nuestros pensamientos, palabras, emociones, y actos.

Zerión

Publicación de la

ORDEN ROSA CRUZ KABALISTA

Apartado Aéreo 2656

Santiago de Cali, Colombia

 

Este libro se publica con cooperaciones voluntarias y su distribución es gratuita.


 

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